Vecinos de Tlaola, Puebla vieron como el agua se llevó al doctor
COMPARTIR
TEMAS
La lluvia que cayó la tarde-noche del sábado en Puebla, al paso de la tormenta tropical Earl, desbordó el río San Lorenzo y provocó deslaves.
CHICAHUAXTLA, PUE.- Manuel llegóa Tlaola hace 12 años. La gente cuenta que un partido lo mandó, pero le gustó tanto el lugar que decidió quedarse. Instaló su consultorio junto al río, vivía en una de las tres habitaciones de la pequeña casa a donde los vecinos le llevaban de vez en cuando comida o café. El sábado el doctor Manuel González no hizo caso de las advertencias de salir de ese lugar y le costó la vida.
La lluvia que cayó la tarde-noche del sábado en Puebla, al paso de la tormenta tropical Earl, desbordó el río San Lorenzo y provocó deslaves. El médico fue arrastrado por la fuerte corriente de agua entre cientos de troncos, rocas, vehículos y muebles. Su cuerpo fue localizado tres días después cinco kilómetros abajo.
A la gente le duele su muerte porque era más que el médico, era un amigo que fiaba las consultas o hacía descuentos de acuerdo con la situación de cada familia, la mayoría vive en casas de madera y techo de cartón. Cuando iba a Chiconautla, la cabecera municipal, les avisaba por si alguien necesitaba algo.
Esa tarde “empezó a llover como a las 5:00 y cuando el agua se vino más fuerte se empezó a meter a las casas. Junto al consultorio vivía una señora que no podía caminar, Julia Corona, y le ayudamos a salir. Vimos al doctor y le decíamos que se quitara. ‘El agua se va a pasar’, dijo y empezó a sacar el agua de su casa con la escoba”.
“Quítese, doctor, venga para acá, al techo, a lo mejor está grande el río y no va a poder salir”, le advirtió Irene Domínguez, la vecina de enfrente.
“No, no pasa nada. Yo voy a sacar el agua con la escoba”, respondió Manuel, pero cada minuto la corriente del agua era más fuerte.
Intentó cruzar la calle para refugiarse con sus vecinas en una casa de tabicón y losa, pero el río se había desbordado y no podía mantener el equilibrio. “Le estaba gritando que pasara, que se brincara, pero desgraciadamente usa lentes y sin lentes no ve, se le cayeron; después, cuando el agua le llegaba a la cintura empezamos a acarrear las cosas de la casa pa’rriba y a la señora Julia la subimos. Vi por la ventana al doctor y le dije: ‘¡Aguante hasta que baje el agua!”, narró Irene, quien al recordar aquellos momentos se agita y siente la misma angustia.
El médico, quien tenía unos 45 años de edad, se sujetó con fuerza de la reja de su ventana. Las vecinas lo veían enfrente, le suplicaban que no se soltara y comenzaron a llorar horrorizadas cuando vieron pasar por la calle los autos, camionetas, muebles, refrigeradores y alguna rockola que fueron arrastrados por el agua.
Era demasiado tarde. Manuel tampoco tuvo la fuerza necesaria para dar ocho pasos contra corriente, a donde está la puerta del consultorio para refugiarse en el interior. A las nueve y media de la noche Irene y su hermana Humberta volvieron a asomarse, pero él no estaba. Llevaba puesto un pants azul marino con una franja blanca en un costado y no tenía familia en ese lugar. Las autoridades locales reportaron otras dos personas muertas en Chicahuaxtla.