Un ojo con huracán
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En el ojo hay paz, no hay furia, no hay violencia ni turbulencia.
Es un ojo que es eje de los giros devastadores de vientos que arrancan árboles y derruyen caseríos. No se mueve una hoja en el ojo del ciclón. Es un ámbito de serenidad rodeado de vientos impetuosos.
Así, la sabiduría natural da la lección que enseña a tomar la mejor actitud en tiempos turbulentos. No ayudan el temor ni la desesperación precipitada. No es inteligente encadenar decisiones aprensivas motivadas por imaginaciones desbocadas y fantasmagóricas. Eso equivale a alejarse del ojo tranquilo hacia las periferias tormentosas y ser arrastrado en el intento de huida.
Lo más funcional es la lucidez y la sensatez. Porque el que es lúcido no deja nada en la sombra y logra integrar una información completa; y el sensato, apoyándose en ella, descubre el camino o el atajo que logra lo mejor sin alto costo.
Lo mejor en tiempo turbulento es mantenerse en el ojo del diálogo, la negociación, el armisticio, buscando el resultado de ceder para ganar.
No es inteligente privilegiar las posturas idealistas y pseudoheroicas que rebotan de un extremo a otro sin encontrar el justo medio. Del malinchismo ingenuo al nacionalismo a rajatabla. No tienen buena salida ni el macartismo que idolatra lo extranjero ni el chovinismo que se ahoga en su propio charco.
Frente a una pretensión de elefantiasis hasta intentar ser un tumor maligno se requiere la visión orgánica que evita ganadores frente a perdedores. Las distinciones no han de causar ni oposiciones ni separaciones, sino integraciones complementarias. No es quitar tu ladrillo para poner el mío, sino completar tu aporte con el mío. Y no en la construcción de un muro de desconfianza, sino buscando una prosperidad común, unidos para el progreso.
Crecer como tumor puede ser monstruoso en una comunidad continental. Es salirse del ojo para amenazar con turbulencia. América no es sólo una nación, sino una familia de naciones, con ingrediente indoibérico y caribeño, anglosajón y francés, con los sabores inmigrantes mundiales y la preciosa variedad indígena en toda la extensión territorial.
No es el enojo, la indignación la inculpación concentrada, los improperios y descalificaciones lo que hace posible una paz cimentada en la justicia. Permanecer en el ojo de la reciprocidad dialogante da la mayor aptitud para evitar una huracanada damnificación…
Encuentro, mediación, coloquio, regulación equitativa en el dar y el recibir es llegar al puerto de auténtica civilización, lejos del canibalismo con tenedor y la selva pavimentada...