Uber causa reacciones
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Uber es una aplicación para celular que permite conseguir un taxi de manera fácil. Uber es una oportunidad de generar ingresos, en un horario flexible, para quien tiene un auto o es chofer: se crea una cuenta para registrarse, se presentan documentos personales y del auto. Para dar seguridad al usuario se tiene que presentar un examen psicométrico con una empresa, una prueba de control de confianza y de vocación de servicio para certificarse y dar su alta en Hacienda.
Uber es una tendencia a nivel mundial que forma parte de la llamada “economía del compartir”, como la de AirBnB, aplicación que permite generar un ingreso a quienes tienen una habitación que le sobre, o a quienes tienen una casa desocupada que pueden “compartir” por un tiempo. En Saltillo ya no es fácil conseguir un taxi, el taxímetro hizo las tarifas accesibles para quienes prefieran el taxi a la combi. Por tanto hay menos taxis libres, un problema para las personas que los usan con frecuencia.
Uber ocasiona reacciones en las ciudades a las que llega. Los taxistas consideran que es una amenaza a su trabajo. En la Ciudad de México llegaron al extremo de causar daños materiales a los vehículos que colaboraron con esta empresa. Las reacciones del gobierno ante Uber nos permiten tomar una lectura de la forma de gobernar.
El alcalde de Saltillo, Isidro López Villarreal, manifestó no tener inconveniente de que este transporte llegue a la ciudad. En cambio “El director de Transporte Municipal de Torreón, quien se ha distinguido más bien por proteger los intereses de los concesionarios del transporte, dijo que eso sería tomado como una violación al reglamento y ameritaría sanciones”. Dijo que las personas que quieran proporcionar el servicio en carros particulares “no sabemos qué mañas puedan traer”.
La realidad es otra: Los usuarios de Uber califican del 1 al 5 al chofer y viceversa, cualquier conductor que tenga una calificación menor a 4.6, lo deshabilitan de la aplicación momentáneamente, los llaman a las oficinas y les dan la retroalimentación para que mejoren el servicio. El usuario tiene toda la seguridad de saber quién lo lleva y en qué placas de vehículo, durante el viaje puede compartir su trayecto con quien desee. Son vehículos recientes, en buenas condiciones, con seguro de cobertura amplia.
El gobierno ha tenido el monopolio del transporte público y su palanca de control son las concesiones, que en ocasiones da como favores o dádivas. No es un secreto que los sindicatos tienen privilegios, sus líderes alcanzan regidurías, defienden sus intereses, movilizan votantes, piden aumentos de tarifas bajo amenazas de paralizar el servicio y contaminan sin importarles el bien del ciudadano. Como resultado de esta mezcla, el transporte público ha sido ineficiente.
Los taxistas no se prepararon, ni siquiera intentaron mejorar el servicio, se negaron a cambiar, a salir de su zona de comodidad, se sintieron protegidos, estacionados a la sombra de una concesión. Todos amarillos, nada diferente.
El servicio que de Uber es superior al de un taxi: es más fácil pedirlos y llegan más rápido gracias a que, mediante el GPS del celular, ubican de inmediato quien es el vehículo disponible más cercano. Diferente del anacrónico sistema en que las radio operadoras tienen que preguntar y esperar a que los taxistas den su ubicación o mientan al respecto con tal de ganarse la carrera. Los conductores de Uber ofrecen una botella de agua a sus pasajeros, una revista o periódico para que lean. Se facilita la forma de pago mediante tarjeta de crédito y dan factura. La aplicación de Uber tiene el taxímetro integrado, nada de que “se descompuso”, o esta alterado.
Una política proteccionista se revierte y nos muerde más temprano que tarde. Le toca el turno a las gasolineras, con la entrada de la competencia y su autoservicio.
jesus50@hotmail.com