Tsunami de corrupción implica a toda Latinoamérica
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El colombiano Santos es el último investigado por el ‘caso Odebrecht’
La ramificación de las investigaciones relacionadas con la trama de corrupción de Odebrecht, el coloso empresarial de la construcción de Brasil —con presencia latinoamericana y global—, está causando un tsunami político en toda la región. El caso, en manos de la justicia brasileña, está aflorando presuntas prácticas corruptas que tienen relación con políticos de varios países de América Latina. Odebrecht, uno de los gigantes mundiales del sector, ya ha aceptado pagar 3.500 millones de dólares de multa.
Todo empezó en junio de 2015, cuando Marcelo Odebrecht, uno de los empresarios más poderosos de Brasil —tiene 168.000 empleados, con presencia en 28 países, entre ellos Venezuela, Colombia, Perú y Estados Unidos—, fue detenido por la policía encargada de investigar la macrotrama corrupta de la petrolera estatal Petrobras. Odebrecht se negó durante muchos meses a aceptar la propuesta de la fiscalía brasileña: confesar todo lo que sabía sobre sobornos y contratos a cambio de rebajar su condena. Pero la crisis del grupo, al que se prohibió presentarse a concursos públicos, y nuevas pruebas recogidas por los investigadores le obligaron a ceder. Odebrecht aceptó delatar a los políticos sobornados a cambio de rebajar en 10 años la condena que pesaba en su contra (de 19 años). Eso abrió los diques de las investigaciones: ahora, el caso desborda Brasil y llega a Ecuador, EE UU, Argentina, Perú, Venezuela y Colombia, donde se investiga al presidente Juan Manuel Santos. La noche del martes se saldó con 17 detenciones en varios barrios de la periferia norte de París, en el cuarto día de unos disturbios atizados por la presunta violación con una porra de un joven de origen africano el pasado jueves durante un control policial. Un nuevo episodio de violencia policial, e incluso de racismo, que ha conmocionado a Francia.
El jueves de la semana pasada cuatro policías decidieron llevar a cabo un control de identidad a una decena de personas en la Cité des 3.000, un conjunto de edificios de una zona sensible de Aulnay-sous-Bois, en el departamento de Seine-Saint-Denis. Entre ellos se encontraba Théo, de 22 años, de origen africano, quien se resistió y recibió los golpes de los agentes. Al llegar a la comisaría, los agentes se percataron de que el joven sangraba por la parte trasera y llamaron a los bomberos, según fuentes policiales.
El hombre fue trasladado al hospital, donde fue operado de una herida en la zona rectal de 10 centímetros de profundidad. Al hospital acudió a visitarle ayer el presidente François Hollande, sin previo anuncio. Fueron periodistas del diario local Le Parisien, que se encontraban allí para realizar un reportaje, los que documentaron el encuentro.
En su testimonio ante el juez, Théo indicó que uno de los policías le introdujo su porra por el ano “intencionadamente”, al tiempo que le pegaban una paliza en plena calle. El joven recordó también la proliferación de insultos racistas por parte de los agentes. Los acusados hablan de un forcejeo en el que se le cayó el pantalón al joven y aseguran que la herida fue accidental. La fiscalía ha imputado a tres de los agentes por violencia con agravantes y a uno por violación. Los cuatro están suspendidos y bajo control judicial.
“Quiero a mi ciudad y cuando vuelva quiero volver a encontrarla como estaba”, pidió ayer Théo, que carece de antecedentes penales y que es descrito como un ejemplo por sus familiares. “Así que, chicos, por favor, basta de guerra, confiad en la justicia y rezad por mí”, añadió con esfuerzo, todavía convaleciente.
El llamamiento ha sido en parte seguido en su barrio de la Cité des 3.000, donde tuvo lugar el control de identidad incriminado y donde se han registrado disturbios cada noche desde el sábado. La tensión alcanzó su culmen el lunes, cuando los antidisturbios dispararon al aire para intimidar a los jóvenes alborotadores, una medida muy poco frecuente, sobre todo en zona residencial. En los 10 primeros meses de 2016, la policía recurrió a estos disparos solo en tres ocasiones, según la Inspección General de la Policía, citada por Le Monde. El lunes fueron detenidas 26 personas.
La jefatura de la policía confía en que el llamamiento de Théo calme los ánimos pero el martes se registraron lanzamientos de cócteles molotov y quema de vehículos en otras localidades vecinas. Entre ellas se encuentra Clichy-Sous-Bois, epicentro de los disturbios de 2005, en la conocida como revuelta de las banlieues, tras la muerte de dos jóvenes que huían de la policía y cuya repetición parecen temer ahora las autoridades.
A menos de tres meses de las presidenciales, Théo ha recibido el apoyo, además del presidente Hollande, del grueso de los candidatos y de gran parte de la clase política. Tan solo se ha desmarcado la ultraderechista Marine Le Pen, del Frente Nacional, quien prefirió trasladar su “apoyo” a las fuerzas de seguridad, “salvo que la justicia demuestre que han cometido un delito o crimen”.