Trump: desde el miedo y la irracionalidad
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Hace algunas semanas identifiqué tres factores que aparecen de manera constante en diversos análisis que buscan explicar la victoria de Trump, ubicados en lo económico, lo político y en lo psicológico: el miedo. Hoy me concentro en el tercero de esos elementos, una manifestación que debe comprenderse de manera compleja, no buscando siempre las respuestas en la lógica o en la racionalidad.
El miedo que se siente en la actualidad en varias sociedades occidentales no parece proceder de algo que se encuentre en casa. No al menos desde la visión de un político como Trump o la de sus seguidores. Los peligros, desde esa mirada, vienen de afuera. Vienen de Siria, de Irak, de Libia. Vienen a través de las masas de refugiados. Vienen a través del terrorismo que golpea a países europeos, pero que también ha llegado a casa recientemente a través de ataques cometidos todos por musulmanes que han migrado o que son hijos de migrantes que han llegado de “alguno de aquellos países”, los cuales a veces ni en el mapa identificamos, pero que son en donde justamente operan varias de las organizaciones terroristas más peligrosas. Así, mientras ha venido aumentando la inestabilidad en la región del Medio Oriente y el Norte de África, y a medida que los ataques terroristas también han aumentado, en esa medida crecen los riesgos percibidos y, por lo tanto, el miedo generalizado.
La ansiedad por terrorismo entre estadounidenses es real. En una encuesta de 2016, la universidad de Quinnipiac detectó que, entre sus participantes, 79% considera algo o muy probable que ocurra un atentado terrorista. Esto representa los niveles más elevados de ansiedad por terrorismo desde 2001. Y de todas esas personas, quienes más se sentían vulnerables eran quienes decían que votarían por Trump; 96% de esos electores consideraba que era probable que próximamente ocurriría un atentado terrorista, comparado con un 64% de quienes indicaban que votarían por Clinton. A esa ansiedad solo hace falta añadir un discurso que nos haga ver que “nuestras fronteras están desprotegidas”, y que, a través de ellas, ya han cruzado hordas de “criminales, violadores y traficantes” mexicanos y centroamericanos. El círculo está completo. EU se presenta como un país sumido en el caos, un país en peligro.
Lo esencial estriba en comprender que, ante ese nivel de miedo, se puede hacer toda la argumentación racional que se desee, pero esos argumentos no van a ser escuchados. Porque cuando estamos inmersos en el miedo colectivo, y cuando estamos absolutamente convencidos de que los riesgos a nuestra seguridad proceden de afuera, lo único que nos salva es cerrar la puerta, colocar candados y rejas, cuidar nuestras espaldas y expulsar de casa a todo lo que percibimos como ajeno.
Ese es el panorama que tenemos que atender cuando lidiamos con la actual Casa Blanca porque el ascenso de este presidente se debe, en parte, a esos factores. Ante ello, no tenemos soluciones mágicas o recetas.
Sin embargo, quizás los primeros pasos consisten en comprender, primero, que cuando miramos a Trump y a quienes lo apoyan, ese miedo que manifiestan está siendo alimentado no por una única fuente (que proceda de nuestro país), sino por múltiples fuentes, muchas de las cuales proceden de sitios lejanos y que no están en nuestras manos, y segundo, que la lógica, la razón y la política tradicional, no siempre van a aportar la eficacia que nos gustaría. Y solo a partir de ello, prepararse y pensar alternativas dirigidas a atender escenarios de conducta irracional que seguramente se van a seguir presentando con frecuencia.
Twitter: @maurimm