Tres mexicanos
COMPARTIR
TEMAS
Uno está en Chicago.
Todavía no lo deportan. No tiene papeles. Es ilegal. Tiene varios años trabajando con prosperidad creciente. No fue a trabajar como tantos el día del boicot laboral. Porque es el “El Día sin Inmigrantes”. Pero sí salió a la calle con una pancarta que decía en inglés que son los inmigrantes los que están haciendo América grande otra vez.
No ganó nada ese día ni dio a ganar tampoco con su trabajo. Piensa que solo con ausencia colectiva y simultánea se demuestra, con hechos, que hay una columna vertebral de trabajo que no puede desarticularse sin graves consecuencias.
Este otro mexicano se quedó sin sus tacos vespertinos. Se quemó la taquería. Toda construcción era predominantemente de madera. No hubo quemados pero todo quedó consumido por la voracidad del fuego. Comenta que era cliente frecuente. Casi cada día se echaba su trompo al diente. Muchos, como él, estarían dispuestos a seguir taqueando bajo una carpa mientras se construye un local ampliado y moderno.
Aquí está también en la mira este tercer mexicano. Su Universidad Agricola se quedó sin clases. Estalló la huelga. No se cumplieron doce cápsulas del contrato colectivo de trabajo y hasta las medicinas y la atención médica fueron insuficientes. El último recurso se hizo presente cuando se colocó la bandera rojinegra en la puerta y se organizaron las guardias.
“Tomaré el autobús en la madrugada para viajar hasta el Estado de Hidalgo, donde viven mis familiares. Nadie sabe cuánto durará esta suspensión”, asegura mostrando su breve equipaje. Otros foráneos se fueron a Michoacán y a otras regiones agrícolas del País.
La deportación como amenaza, el fuego como accidente inesperado y la huelga como dura decisión ha llevado a estos tres paisanos a sendos estados de zozobra, de esperanza y de paciencia. Quizá el primero sea deportado para mejorar su tierra, el segundo podrá algún día saborear su taco en un amplio y bien decorado segundo piso y el tercero, después del tiempo de asueto, bien aprovechado podrá seguir los estudios de su carrera ingenieril.
Es tiempo en que muchos serán deportados de su pasividad, su indiferencia y su pusilanimidad. Otros tendrán necesidad de un incendio que los haga hacer la verdadera edificación de su vida y no pocos, ante crisis institucionales, verán la necesidad de llenar el ocio con el negocio de su auto formación, mientras se llega a los cumplimientos necesarios y los equilibrios perdidos.
Hay deportaciones saludables, quemazones que cimentan renovación y huelgas que llevan a logros indispensables.