Taxistas: ahora pretenden ‘madrugar’
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Ante la inminente escalada de precios que el incremento al precio de las gasolinas anticipa, el gremio de taxistas de Saltillo ha sacado a relucir su espíritu “previsor” y se ha adelantado a solicitarle al Ayuntamiento un incremento de hasta 25 por ciento en sus tarifas.
La petición, planteada por los concesionarios de autos de alquiler afiliados a la CTM, parece muy lógica en primera instancia: si las gasolinas podrían sufrir un incremento de hasta 20 por ciento en su precio, lo “justo” es que las tarifas que ellos cobran por sus servicios sufran ese mismo incremento. Y un poco más, si se puede.
Cierto es que la gasolina es uno de los principales insumos para quienes se dedican al transporte de personas mediante el servicio de taxis, pero no es el único y tampoco existe una relación lineal entre el incremento a los combustibles y las tarifas del servicio.
Los concesionarios ya se adelantaron, por supuesto, a la objeción; el punto es que al subir el precio de la gasolina todos los demás insumos necesarios para la prestación de su servicio también sufren incrementos y eso es lo que justifica que ellos alineen su petición al esperado crecimiento en el precio del litro de gasolina a partir del año próximo.
Más allá de las justificaciones económicas o financieras que de uno y otro lado puedan esgrimirse, sin duda se trata de un acto de oportunismo por parte de los concesionarios locales el plantear desde ahora la “necesidad” de que se les incremente la tarifa de su servicio.
Y lo es porque, si bien se trata de una petición contingente, para los usuarios implica la oportunidad de reiterar la pregunta de siempre: ¿y el aumento en la calidad del servicio, para cuándo?
Porque, como en cada ocasión en la cual se pretende que la autoridad municipal modifique la tarifa, los usuarios del servicio de transporte formulamos el mismo reclamo: la tarifa actual ya es muy cara porque el servicio que se presta no vale lo que cuesta.
Las quejas por parte de personas con discapacidad, o de quienes deben transportar paquetes que implican la necesidad de utilizar la cajuela de los taxis, o de aquellos que requieren un servicio nocturno se cuentan por miles y todas tienen el mismo signo distintivo: los taxistas solamente prestan el servicio cuando les conviene.
Es cierto: el incremento inminente al precio de la gasolina tendrá un impacto en las utilidades de quienes detentan las concesiones, pero la falta de flexibilidad en este rubro no se debe a que tengan una mala tarifa, sino a la fórmula abusiva con la cual se explotan las mismas: a través de un esquema de “renta diaria” que garantiza ganancias para el concesionario sin la asunción de ninguna responsabilidad para con sus choferes.
Por ello, frente a la petición planteada, el Ayuntamiento no sólo debe pensar en negarla, sino en fórmulas que rompan el esquema perverso con el cual funcionan las concesiones de taxis. Y que permitan pensar en la posibilidad de que el servicio finalmente valga lo que cuesta.