Suicidios, again 2/2
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TEMAS
Voy a escribir de este tema cuantas veces sean necesario. Hay otros temas igual de delicados, pero cada problemática ha escogido a su interlocutor, a su crítico personal. Es el caso de la posible corrupción en el manejo del carbón y derivados donde está metido todo mundo, incluyendo al inhabilitado político Rogelio Montemayor; es el caso de la inoperancia del Ayuntamiento de Chilote López Villarreal, temas a vuela de pájaro que han encontrado en la pluma ácida y letal de Luis Carlos Plata, a su más fiero vigilante. En el grave caso de la problemática de salud pública con los suicidios a puños, la depresión latente en pueblos como Coahuila donde se prohíbe vivir y ser feliz, lo he escrito desde siempre y lo voy a seguir haciendo por varios motivos. Uno de ellos usted lo sabe, padezco de tristeza, de ictericia, de melancolía, como aquel personaje bíblico de Job.
Vía la mano de la gentil lectora, Ma. Aurora Flores, dama ella, me hizo llegar un volumen del cual tenía la ficha, pero no el libro, “Evite que otros se suiciden” del Dr. Jesús Carrillo Ibarra. El volumen está publicado por la Universidad Autónoma de Coahuila. El libro es bueno. Aporta datos históricos y está escrito con toda la mano por alguien que está empapado del asunto, el doctor Carrillo Ibarra. Cuando cambió milenio, es decir, en el año 1999, hubo apenas 22 suicidios. El año pasado, en el 2015, hubo 166. La mayoría en la región sureste. Escribe con suficiencia el doctor en su exégesis: “las características de los suicidios en Saltillo son precisas, en función de este estudio el 83% corresponde al sexo masculino, la mitad de ellos proceden del medio socioeconómico bajo, en un tercio de los suicidados tienen menos de 19 años, mientras que dos tercios tienen una edad superior a los 20 años.”
Es decir, ojo, no soy el único preocupado que ya lo había observado y cuadrado, desde siempre o mejor, desde el año 2004 en que esto ha tomado visos de pandemia, el aspecto socioeconómico, como lo escribí en la columna pasada, es uno de los detonantes. Si usted a esto agrega el amor no correspondido, la salida y solución pues es la muerte, el suicidarse. ¿Podemos condenar a los que se suicidan por amor? No. Absolutamente no. Lo que deberían de hacer las autoridades es ponerse a trabajar y sí brindar ayuda. Ayuda rápida, expedita y milimétrica. Ayuda que no prestan. Como el ejemplo del joven de la columna pasada (Colonia Lomas de Santiago, martes 29 de noviembre), el que lleva dos intentos de suicidios fallidos. Tengo entonces preguntas obvias y precisas.
Esquina-bajan
¿Ya fue Jorge Verástegui o mandó a su chofer a entrevistarse con el joven a brindarle los primeros auxilios en materia de salud mental? ¿Ya fue o mandó a su chofer Carlos García Vega, para peguntar por el estado socioeconómico del joven y si éste pobre chico va o no a la escuela? ¿Ya fue o mandó a su chofer Melly Díaz de Atención Ciudadana del Gobierno del Estado de Coahuila de los Moreira, a la casa del pobre joven, para realizar un pormenorizado estudio económico y ver en qué condiciones vive toda la familia y así brindar un paquete de ayuda urgente? Caray lector, usted ya sabe las respuestas. Pago sin ver: no. Así es el Gobierno, no les interesa la vida de los atiriciados y deprimidos de alma y corazón. Sólo cobran.
Y vaya, aquel consejo que he publicado en varias ocasiones en este espacio editorial: si un ser humano le dice que se va a suicidar, hágale caso, lo va a intentar. Tómelo en serio. Dos, si lo intenta una vez, lo va a seguir intentando hasta lograrlo. ¿Qué hacer? Una sola cosa: no dejarlo solo. Ni de día ni de noche. Vaya, hasta ir con él al baño. Sí, ir con él y acompañarlo. Los tristes de alma esperan la mínima oportunidad para irse de este mundo. No voy a publicar el nombre aquí, pero fue muy sonado el caso hace dos meses en Ramos Arizpe de un hombre, empresario él, con buenos pesos en el banco y empresas funcionando, el cual se suicidó por mal de amores.
El hombre era joven, más joven que yo. Se divorció de su esposa. La esposa agarró novio polluelo (así son las mujeres cuando tienen lana para “siliconearse” y quedar perfectas, qué le vamos hacer. No todas, claro). El hombre agarró una melancolía perra: terminó suicidándose. Fue atendido (psicofarmacología) y no mejoró. Por semanas fue acompañado día y noche. Pero, un día infausto, la persona que estaba con él, tuvo que salir de urgencia a atender un asunto. Fue un momento. ¿Sabe qué hizo el hombre? Fue a la ventana y se colgó. Nunca, nunca deje usted solo a un suicida potencial. Dice mi doctor: “La idea suicida no es un razonamiento, es un sentimiento.” Por esto, el mal de amores muchos lo solucionan colgándose. No podemos condenarlos. Sino ayudarlos. El miércoles 14, dos suicidios. Van 55.
Letras minúsculas
Perdonadme lectores, sigo hasta la madre de que el Gobierno y sus funcionarios no hacen nada, nada por los tristes de alma y corazón.