Región Sureste: la amenaza de Trump
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El presidente electo de los Estados Unidos, Donald Trump, está marcando un nuevo estilo de hacer política: difundir a través de la red social Twitter, en mensajes de 140 caracteres, sus estrategias para cumplir con las promesas realizadas a lo largo de su campaña.
O al menos eso está ocurriendo en el rubro de la recuperación de empleos que las principales firmas estadounidenses han llevado a otros países del mundo –entre ellos México– con el propósito fundamental de incrementar sus márgenes de utilidad beneficiándose, entre otras cosas, de una mano de obra más barata que la estadounidense.
Apenas unos días después de imponerse a Hillary Clinton en la elección de noviembre pasado, Trump anunciaba su primer “triunfo” en este apartado: logró revertir la decisión tomada por la empresa Carrier de cerrar un par de plantas en el estado norteamericano de Indiana para instalarlas en nuestro país a partir del presente año.
Esta semana, la empresa automotriz Ford anunció la cancelación de una inversión por mil 600 millones de dólares, que implicaría la construcción de una planta armadora en San Luis Potosí, decisión claramente vinculada a la “advertencia” de Donald Trump de imponer fuertes aranceles de importación a los autos ensamblados en nuestro país.
Ayer, el magnate neoyorquino “amagó” a General Motors con la misma medida advirtiéndole que, de no fabricar en los Estados Unidos su modelo Cruze, enfrentaría un “gran impuesto fronterizo”.
La advertencia tiene, desde luego, una gran resonancia en nuestra región, donde la armadora cuenta con una planta productiva de la cual dependen unos 12 mil puestos de trabajo.
Y es que de llevar adelante su política de “recuperación de empleos”, a partir de que asuma la Presidencia, Trump podría obligar a GM a reconsiderar parte o la totalidad de las inversiones que tiene en Coahuila y que para la Región Sureste constituyen una porción muy importante de su economía.
Al respecto vale la pena recalcar nuevamente que no podemos decirnos sorprendidos: durante su campaña política, Trump advirtió con absoluta claridad que su estrategia para obligar al retorno de las inversiones a su país sería simple: establecer impuestos de importación que diluyeran la ventaja competitiva de fabricar en otros países.
Pero aun antes de que existiera la “amenaza Trump”, muchas voces han advertido repetidamente de la inconveniencia de apostarle todo al desarrollo de una economía basada en la industria automotriz que, durante los últimos años, ha demostrado ser víctima permanente de la turbulencia.
Hoy, cuando la estrategia política del futuro Presidente estadounidense pone en riesgo la inversión automotriz en nuestro país, las advertencias cobran mayor sentido, y lo deseable sería que, a partir de ello, e independientemente de qué ocurra en los próximos meses y años, se diseñe y ponga en práctica una estrategia que elimine nuestra dependencia de dicho sector.