Razón vs emoción
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Me invitaron a conversar con residentes de San Antonio acerca de la participación de los católicos en la política de Estados Unidos. El país está inmerso en un proceso electoral muy polarizado y polémico.
Los obispos católicos lanzaron un texto que invita a discernir y razonar antes de votar, y a hacerlo con consciencia. Exhortan también a actuar con prudencia, recuerdan que estamos obligados moralmente a participar, destacan el debido respeto a la dignidad humana, que debe ser parámetro de toda acción política.
Señalan que razonamiento y participación son elementos indispensables del ser humano. El documento me parece muy bueno y equilibrado, pero, sobre todo, actualizado a la realidad que están viviendo los Estados Unidos y el mundo entero.
Casualmente, en una de las últimas cajas de mudanza que todavía estaban en la Ciudad de México, me encontré la edición conmemorativa del décimo aniversario de la revista Metapolítica que dirigía César Cansino, uno de los pensadores políticos más completos del País. El ejemplar ofrece análisis de estudiosos sobre cincuenta pensadores políticos del siglo XX, desde la perspectiva de “la ciencia, (estudio) y el arte, (acción) de la política”, como diría Giovanni Sartori.
El propio Cansino ofrece un espléndido resumen de la vida de Hannah Arendt (1906–1974). Judía alemana y naturalizada estadounidense y una de las raras pensadoras modernas que han provocado el apetito de la industria cinematográfica. Dice Cansino que “Para Arendt la verdadera política no puede ser más que democrática, pues es una condición de la existencia y del actuar del hombre. Actuar es sinónimo de libertad, y por ello de existencia. Pero este milagro acontece sólo en el espacio público y simétrico, en el ser-con-los-otros, cuando cada quien asume la pluralidad como una necesidad propia e irrenunciable: ‘El individuo; en su aislamiento, nunca es libre; lo puede ser solamente si pisa terreno de la polis y la actúa’, porque sólo en la polis se conquista.
“‘¿Que hacer ahora?’ (se pregunta Arendt) La respuesta es: fundar un mundo donde seamos libres de crear y de pensar. ‘Un mundo nuevo tiene necesidad de una política nueva’”.
En otro texto de esa revista, el gran Giovanni Sartori reflexiona sobre otro gigante del pensamiento político: Norberto Bobbio. Cuando habla de democracia nos recuerda sus coincidencias con Bobbio, buscando con ello descalificar una supuesta rivalidad.
“Y ciertamente podía ser mía palabra por palabra, la definición ‘mínima’ de democracia de Bobbio: la democracia es un ‘conjunto de reglas (primarias y fundamentales) que establecen quién está autorizado a tomar las decisiones colectivas y con cuáles procedimientos’. Aquí, las preguntas son: ¿quién decide?, y ¿cómo se decide? Pero no basta. Porque para poder hablar de democracia es necesaria una tercera condición: el Estado de Derecho”.
Participación, el uso de la razón, reglas, procedimientos y Estado de Derecho. Tales son las bases, parece haber consenso en el pensamiento político y aún en el religioso católico cristiano.
Sin embargo, resulta irónico que no existe ninguna estrategia de candidato y equipo de campaña, que piense en los ciudadanos como seres racionales. Todos arman y presumen sus estrategias sobre la base de un “ciudadano emocional”, que reacciona a las emociones y actúa en consecuencia. Esta regla vale lo mismo para una campaña de ventas de cereal, como de un candidato a Presidente.
En paralelo, tenemos una ciudadanía pasiva, indolente, distraída. Las tasas de participación política son bajísimas en el mundo entero. Si se eliminara la millonaria inversión para comprar electores que prácticamente todos los candidatos y partidos realizan en México, el porcentaje de participación sería ínfimo.
En México, las reglas democráticas se han ido redactando de manera paulatina, a partir de una infraestructura y de resistencias autoritarias. Para acabarla de amolar, el Estado de Derecho prácticamente no existe.
Falta mucho por hacer. Vivimos un despertar ciudadano que puede derrapar hasta perder el control si no existe un proceso real de concientización, razonamiento y participación auténticamente democráticos.
Los mexicanos encaramos una tarea titánica si queremos fortalecer nuestra naciente democracia. Los ciudadanos estamos obligados a hacer nuestra parte. Es lamentable que sólo contamos con políticos y partidos que se preparan para venderse como los nuevos “redentores de la Patria”, para un pueblo “emocional”.
Twitter: @chuyramirezr
Facebook: Chuy Ramírez