Rafael y Julión en problemas

Nadie vio venir que durante la semana que recién concluye, la información surgida de deportes, espectáculos y seguridad, se iban a unir para generar un escándalo nacional. Cada una de esas áreas aportó un nombre y, instantáneamente cambiaron las vidas de esos tres: el futbolista Rafael Márquez, el cantante Julión Álvarez y el narcotraficante Raúl Flores Hernández. La bomba mediática estalló cuando los medios de comunicación informaron que tanto a Márquez como a Álvarez se les habían congelado cuentas, propiedades y cancelado sus visas en los Estados Unidos por parte de las autoridades de aquel país, por estar vinculados con el narcotráfico.

Lo que llamó poderosamente la atención fueron las declaraciones de ambas estrellas mexicanas. Mientras Rafael Márquez aparecía en rueda de prensa ofreciendo su versión de los hechos con un semblante desencajado y proyectando profunda angustia en su voz y expresiones corporales, Julión Álvarez se presentaba por su parte con gran seguridad, minimizando la situación como si lo hubieran acusado de robarse un paquete de chicles. Ahora bien, independientemente de la gran diferencia entre las reacciones de ambos, lo cierto es que están viviendo un tropezón mayúsculo en sus respectivas carreras.

En lo personal me pareció digno de mención el trato mediático que a cada uno de los involucrados dieron en Imagen Radio, medio de comunicación dirigido a los empresarios y a la clase alta en general de nuestro país. El conductor Esteban Arce, conocido por su oscuro machismo y profunda homofobia, ahora agregará el clasismo a la percepción que el público tiene de él pues, con gran esnobismo declaró algo así como: “Yo a Julión ni lo conozco ni me interesa su música…pero Rafa es un buen amigo y me consta que hace una gran labor social desde la Fundación Rafael Márquez.” En pocas palabras: “Apoyo a mi amigo bien…y al otro naco que se lo lleve el tren”.

La situación de Rafael y Julión es delicada. Y lo bueno es que no han declarado desconocer al narcotraficante con quien las autoridades los están involucrando, porque resulta obvio que sí sabían quién era. Sin embargo, vamos a darles el beneficio de la duda y pensemos que, aunque conocían al señor Flores, quizá no tenían conocimiento exacto de la naturaleza de sus negocios y de la procedencia de su fortuna. Y esto último, bien puede ser posible. No se trata de defender a nadie, simplemente es ver todas las maneras en que las cosas pudieron haber sucedido.

Para darnos una idea más clara, imaginemos escenarios posibles. Llega con Julión Álvarez el Señor Fulano de Tal, conocido de unos conocidos, y le dice “Admiro mucho tu carrera y disfruto mucho tus canciones. Quiero ser tu socio capitalista en un estudio de grabación de alta tecnología para que hagas allí tus temas y los de otros artistas con los que podriamos hacer negocio.” O el mismo fulano va con Rafael Márquez asegurándole “Quiero que tu Fundación llegue a más niños pobres de las sierras. Tengo una capital que quiero usar para ayudar a esos inocentes.” La probabilidad de que ambos famosos hubieran dicho que no a ese señor, es mínima.

Ahora bien, no nos confundamos. Estos escenarios probables no hacen, bajo ninguna circunstancia, desaparecer las responsabilidades legales de Márquez y Álvarez. La ignorancia, tanto de las circunstancias como de las leyes excluye a nadie de cumplirlas. Que hayan sido víctimas de las circunstancias, de su propia ingenuidad o de la imprudencia de no investigar un poco a sus probables socios, también es probable; pero eso no los sacará en automático del problema, a nivel internacional, que ya tienen en estos momentos. Por lo pronto, las carreras de ambos están en pausa y las dificultades no han hecho más que empezar.

Antes de cerrar los comentarios, hablemos de otra que estuvo muy presente en los titulares de la semana: Taylor Swift. Ella contrademandó al locutor de radio que la acusa de haber arruinado su carrera por afirmar que él metió la mano debajo de su falda y la manoseó durante una sesión de fotografías de la cantante con sus admiradores. Lo curioso es que en este intercambio de demandas el locutor pide tres millones de dólares mientras que la cantante pide un dólar. Esto último nos dá un poco la idea de quién tiene la razón en esta situación legal. Lo mejor de todo esto es que Swift está impulsando a las mujeres para que se defiendan y alcen la voz cuando sean víctimas de cualquier delito sexual, desde un manoseo momentáneo hasta violaciones perpetuadas a lo largo de los años.