¿Quién lo hará?
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Hay que encontrarle un sentido al trabajo, no verlo como una maldición u obligación, hay que proponer cosas nuevas en él y no vivir para trabajar, sino trabajar en lo que amas para sentir que vives
Carlos R. Gutiérrez Aguilar
En memoria de mi amigo Arnoldo Javier “Momis” a los 25 años de su partida.
José Ingenieros lo expresa con exactitud: “Creando el hábito del esfuerzo inteligente, constituye la mejor disciplina del carácter. La injusticia social ha conseguido que hasta hoy el trabajo sea odiado, convirtiéndolo en estigma de servidumbre; no puede amarse lo que se impone precozmente, como una ignominia o un envilecimiento, bajo la esclavitud de yugos torpes, ejecutado por hambre como un suplicio, en beneficio de otros. El trabajo será bello y amado cuando represente una aplicación natural de las vocaciones y de las aptitudes, cuando la espiga sea cosecha propia del sembrador”.
Comparto esas palabras de Ingenieros pues pareciera que para muchas personas la verdadera vida comienza después del trabajo. Es común escuchar: “después de la chamba, libre”, “cuando me jubile haré lo que quiera”, “si me gano la lotería dejaré de trabajar”, “trabajar es algo tan malo que hasta pagan”. Y hasta chistes: hoy me he levantado con ganas de trabajar. - ¿Si? pregunta la esposa – así es, por tanto, voy a acostarme de nuevo a ver si se me pasa.
Personalmente, he escuchado que el trabajo es una maldición, esto tal vez derivado de la sentencia bíblica: “ganarás el pan con el sudor de tu frente”. Sin duda, en muchas ocasiones, trabajar conduce al cansancio y la fatiga, pero verlo exclusivamente bajo la óptica del sufrimiento, de la mera obligatoriedad, como si fuese un callejón sin salida, como “si no trabajo me muero de hambre”, me parece una postura reduccionista, simplista, que puede desembocar en el hastío, el sin sentido y el aburrimiento.
Me parece más acertado el punto de vista, que también se desprende de la Biblia, en el cual esta actividad es una consecuencia “del mandato de dominar la tierra”, lo cual implica creatividad, generación de realidades previamente inexistentes, decisión, empeño, desarrollo personal y bienestar social.
Lo significativo
Bajo este enfoque el trabajo dignifica, perfecciona, al tiempo que permite al ser humano, enaltecer su propio oficio al concederle un sentido personal. Trascendente. Único.
Se encuentra el sentido al trabajo cuando se sabe que lo que hace propone nuevas y mejores realidades a los semejantes, cuando, mediante el oficio, esfuerzo y creatividad se crean mejores condiciones de vida. Por medio del trabajo se procura el sustento propio y familiar, pero también gracias a esta actividad las personas nos sabemos servidores de la comunidad y esto da sentido a la existencia: sabernos útiles, productivos, dignos de llegar a crear lo inexistente.
Con el trabajo no sólo se “gana el pan”, sino se desarrolla la personalidad, se extienden hacia otros ámbitos las potencialidades de todo lo que ya somos y podemos ser. Lo significativo no radica en el tipo de trabajo que desempeñamos sino, más bien, en la manera que lo emprendemos.
Actitudes indignas
No hay trabajos más grandes que otros, todos son cardinales, todos son útiles, todos contribuyen a construir una obra permanentemente inconclusa, todos son dignos; más bien, son las actitudes ante nuestro oficio las que pueden ser indignas.
Lo primordial, insisto, no se encuentra en lo que hacemos, sino en la manera en que emprendemos lo que hacemos, en las actitudes que dejamos en cada quehacer de nuestro oficio.
El trabajo vale por que es “Juan o María”, quien lo desempeña (alguien con nombre, biografía y dignidad), de ahí que sea una tontería eso que hoy se dice “nadie es indispensable”, pues ciertamente podrá haber otras personas que puedan desempeñar esa función que “Juan o María” realizan, pero nadie, absolutamente nadie, la podrá realizar como “Juan o María”, porque “Juan y María” son seres humanos únicos e irrepetibles, y ellos, al encarnar su oficio, dejan una huella personalísima.
De esto se desprende la responsabilidad de la empresa en crear condiciones laborales dignas para que las personas desarrollen sus valores creativos, eso que pueden ofrecer, dar a los demás.
Saber permanecer
Mucha gente no comprende la razón por la cual existen personas que durante años permanecen en la misma tarea, inclusive en la misma empresa, de hecho a ellas se les critica con graves sentencias como: “es un conformista”, “es tonta porque no aprovecha otras oportunidades” y así sucesivamente. Qué equivocados y absurdos juicios, qué mentes tan estrechas, pues no se dan cuenta que es la enorme vocación, el inmenso amor al propio quehacer profesional que tienen esas personas lo que les hacen permanecer por muchos años o toda la vida, en la misma tarea; realidad que nada tiene que ver con la resignación, menos con la mediocridad.
Esa gente que critica, ignora que esta permanencia debería ser aplaudida, olvidan que el trabajo no se mide exclusivamente por el sueldo, por el dinero, como si fuera lo único significativo, sino también por la felicidad que genera a quien lo desarrolla.
Las personas que relegan el sentido trascendente del oficio, destierran la visión de que el trabajo es el lugar en donde se perfecciona el ser humano, en donde se sirve a otras personas y que es también un medio para colaborar al progreso social.
El sentido
Según Frankl, el ser humano cumple con el sentido de la existencia realizando valores creadores (que es aquello que yo ofrezco al mundo a través de lo que aporto, mi trabajo, la creación artística, etc. ); valores vivenciales o de experiencia (que es todo aquello que recibo del mundo, como es la naturaleza, las obras de arte, una puesta de sol, el amor, etc.); y valores de actitud (cuando por hechos inevitables de la vida, tengo ante mí la posibilidad de asumir una actitud digna y valiente frente a ése destino doloroso que no puedo cambiar).
Frankl ubica a los valores creativos (esencialmente del trabajo humano), vinculados al hacer, como los primordiales para encontrar el sentido de la vida.
Para este autor, el hombre, al ser responsable (capacitado para responder) encuentra su realización concreta en el trabajo. El emprender un oficio representa el espacio en el que la persona: única, irrepetible y finita, encuentra su vinculación con la comunidad.
Allí la existencia singular cobra sentido y valor. Más allá del trabajo específico importa la obra. “No es, por tanto, una profesión determinada la que da al hombre la posibilidad de realizarse”. “Ninguna profesión hace al hombre feliz”, además “no es la profesión la que hace a la persona insatisfecha sino la manera de ejercerla”.
Frankl piensa que desde la originalidad y creatividad de cada existencia, cualquier trabajo (inclusive el mecánico y monótono) reciben ese algo personal y específico de cada uno. Entonces la profesión, el oficio o aún la tarea a realizar son el simple marco de posibilidades de realizar una obra personal. La tarea se ve trascendida por ese “toque” humano.
¿Quién soy?
El trabajo lejos de ser una condena es una bendición, es el medio que la existencia propone para que cada quien perfeccione lo que ya es y gracias a nuestro oficio tenemos la posibilidad de trascender. Pero no hay que olvidar que “el secreto de la dignificación del trabajo está en el alma del que lo realiza”, por eso el peor de los trabajos es el que se hace como si éste fuera una terrible maldición.
Y cuando en este ámbito la realidad nos empiece a sorprender recordemos lo que Ibsen dijo: “Yo vivo para hacer poesía, pero si las cosas cambian, voy a hacer poesía para vivir”.
Al meditar sobre nuestro oficio es conveniente saber que siempre podemos encontrar un espacio para construir nuestra personal obra; también sería bueno que todos los días antes de iniciar la jornada pensemos en las palabras del poeta Hillel: “si no lo hago yo ¿quién lo hará?, si no lo hago ahora ¿cuándo lo haré?, si lo hago sólo para mí ¿quién soy?
Qué ciertas sentencias, lo grave de no hacer lo que se debe de emprender es que “lo no hecho” quedará inconcluso para toda la eternidad.
cgutierrez@itesm.mx
Programa Emprendedor
Tec de Monterrey Campus Saltillo