Nuevo Gobierno: los retos financieros
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Con independencia de quién se alce con la victoria electoral el próximo 4 de junio, la realidad concreta que enfrentará el siguiente mandatario estatal será una marcada, entre otras cosas, por la incertidumbre, la debilidad financiera y los problemas de liquidez.
De acuerdo con la calificadora de riesgos Standard & Poor’s, las tasas de interés presionarán al presupuesto de Coahuila durante este año y el 2018, debido fundamentalmente al alto nivel de endeudamiento que padecemos. La buena noticia es que los cambios en la política económica de los Estados Unidos no necesariamente implicarán un impacto negativo para la economía del Estado.
“La perspectiva negativa refleja nuestra expectativa de que existe una en tres posibilidades que bajemos la calificación de Coahuila si observamos un debilitamiento en el desempeño presupuestal y en la posición de liquidez del Estado durante los próximos 12 meses”, ha explicado la calificadora en un documento emitido a finales de febrero pasado.
Ahí está, pues, la voz de los especialistas y los resultados de su prospectiva no son halagüeños. Quienes hoy compiten por la silla del Ejecutivo Estatal se encuentran obligados a hacerse cargo del asunto y a no ofrecernos respuestas simplistas ante el diagnóstico.
En otras palabras, no se vale que nos digan quién tiene la culpa o a quién deberíamos “linchar” por la situación financiera en la cual nos encontramos. Lo que los coahuilenses necesitamos escuchar son planteamientos sólidos respecto de cómo le harán frente a esa situación y qué acciones concretas instrumentarían para evitar que el pronóstico de Standard & Poor’s se cumpla, es decir, que terminen reduciendo la calificación crediticia de Coahuila.
No se trata, por supuesto, de olvidarnos o ignorar la existencia de un agravio en contra de los coahuilenses debido a la contratación irresponsable, ilegal e inmoral de la deuda que hoy constituye el principal elemento para que exista una perspectiva negativa de nuestra economía.
De lo que se trata es de no caer en la trampa discursiva de creer que basta con identificar a los responsables de la situación actual para que ésta se modifique o se resuelva a nuestro favor.
Por ello, quienes aspiran a gobernarnos durante los próximos seis años deberían decirnos con claridad cuál es su propuesta concreta para hacer frente a los nubarrones de tormenta que se perfilan en el horizonte económico de la entidad y qué resultados concretos esperan de la eventual implementación de la misma.
En esta ruta, resultaría muy ilustrador que precisaran los nombres de quienes integrarían su eventual equipo económico a fin de que los electores pudiéramos evaluar de antemano sus credenciales.
Estamos hablando de uno de los aspectos más delicados de la agenda pública coahuilense. Ningún candidato debería tomar el asunto a la ligera y los electores deberíamos poner atención a sus propuestas en este rubro como un indicador relevante de quién se encuentra mejor capacitado para gobernarnos.