Nos queda…
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El panorama de injusticia, desigualdad económica, crisis social y violencia obligan a replantearnos nuestro quehacer en la sociedad
Para mi hijo Jorge. Felicidades.
Vivimos tiempos aciagos, México sufre. Llora. Volcanes ardientes hacen erupción en distintas partes del País provocados por demandas sociales irresueltas; hoy, grupos sociales salen a las calles en protesta, en búsqueda de diálogo, justicia y respuestas.
Las manifestaciones, los disturbios y la violencia en México son cotidianos. El silencio permanece, sólo los muertos y la complicidad hablan. La crisis social y política es clara. La represión, manifiesta. Preocupante.
Decía el poeta Neruda, amigo siempre de nuestro País: “México, con su nopal y su serpiente; México florido y espinudo, seco y huracanado, violento de dibujo y de color, violento de erupción y creación, me cubrió con su sortilegio y su luz sorpresiva”.
Hoy, preocupado, me pregunto qué derroteros esperan a nuestro “México florido y espinudo”, ante tanto desencanto y desconcierto me cuestiono dónde se oculta su luz sorpresiva, qué porvenir le aguarda a nuestro mágico País.
Agitación planetaria
La injusta desigualdad económica y por ende social acumulada por siglos, la violencia y la impotencia ciudadana parecen que nos igualan como mexicanos ante un mundo convulsionado, un mundo en el que algunos países –también confundidos, repletos de crisis que se retroalimentan y amenazados por odios extremistas vestidos de terrorismo– buscan la salida a lo establecido, de aquello que hasta el presente brindaba equilibro internacional, aunque fuese precario.La población de estos países toma decisiones de las cuales al día siguiente se arrepiente. De este tamaño es la anarquía. La desinformación. El espanto.
De esto tampoco se escapan nuestros vecinos del norte, país de esencia inmigrante, en donde afloran actitudes mercenarias, voces llenas de odio, intolerancia y discriminación, que ya se manifiestan en llanto y muerte, como últimamente Orlando y Dallas fueron testigos.
Visión profética
Releyendo a Octavio Paz, rescato un segmento del maravilloso escrito realizado en 1990, que hoy pareciera hacerse realidad: “El derrumbe de las utopías ha dejado un gran vacío, no en los países en donde esa ideología ha hecho sus pruebas y ha fallado sino en aquellos en los que muchos la abrazaron con entusiasmo y esperanza. Por primera vez en la historia los hombres viven en una suerte de intemperie espiritual y no, como antes, a la sombra de esos sistemas religiosos y políticos que, simultáneamente, nos oprimían y nos consolaban.
Las sociedades son históricas pero todas han vivido guiadas e inspiradas por un conjunto de creencias e ideas metahistóricas. La nuestra es la primera que se apresta a vivir sin una doctrina metahistórica; nuestros absolutos –religiosos o filosóficos, éticos o estéticos– no son colectivos sino privados. La experiencia es arriesgada. Es imposible saber si las tensiones y conflictos de esta privatización de ideas, prácticas y creencias que tradicionalmente pertenecían a la vida pública no terminarán por quebrantar la fábrica social.
Los hombres podrían ser poseídos nuevamente por las antiguas furias religiosas y por los fanatismos nacionalistas. Sería terrible que la caída del ídolo abstracto de la ideología anunciase la resurrección de las pasiones enterradas de las tribus, las sectas y las iglesias. Por desgracia, los signos son inquietantes”.
Hoy, Inquietantemente reales.
El leviatán
Ante la ingobernabilidad, el cinismo, la corrupción y la violencia, en las redes sociales la población, también a nivel global, hace escarnio –tal vez son falsas salidas o gritos de desaparición– de sus gobernantes y políticos. Pero hay que decirlo, muchos de ellos tienen el valor de renunciar por razones de conciencia, y muchos de los que se quedan son motivos de infinitas bromas, de sinónimos de corrupción e incompetencia pura.
La era digital alcanzó a los gobernantes y políticos incompetentes del mundo entero y ahora ésta se ha convertido en su “leviatán”, demonio imposible de callar, de silenciar: indefensos sucumben todos los días aquellos que se visten de corderos, pero que llenan, hasta la vergüenza, sus bolsillos de oro y plata. De esperanzas robadas. Incumplidas con aquéllos a quién se deben.
La agitación es planetaria.
¿Qué nos queda?
Nos queda abrevar nuestra esencia y presencia compartida. Nos queda reconocer que los valores que dan sentido a la humanidad no están, ni estarán en crisis, entenderlo así es la excusa perfecta que buscan los vacíos y desesperanzados. Por tanto, nos queda comprender el presente sin olvidar la historia, pero tampoco renunciar al futuro.
Nos queda reconocer que lo que agita, lo que está en entredicho, es la relación personal que tenemos con esos valores: el respeto y la tolerancia ahí están; la puntualidad permanece inamovible independiente del pasar de las horas; la paciencia, espera a quien quiera hacerla suya; la honestidad brillará si decidimos hacerla propia.
Nos queda ser ciudadanos responsables y completos. Informados y participativos. Ciudadanos vigilantes de las promesas que vierten los políticos en las campañas; exigentes y custodios del uso de los recursos públicos, jamás cómplices de la corrupción, de las bajezas y sobornos; ciudadanos inmunes a los engaños, al populismo, al nacionalismo que luego se trasforma en odio, muerte y remordimiento generacional.
Mexicanos que entendamos lo que dijo Gandhi: “La verdadera libertad no vendrá de la toma del poder por parte de algunos, sino del poder que todos tendrán algún día de oponerse a los abusos de la autoridad. La libertad personal llegará inculcando a las multitudes la convicción de que tienen la posibilidad de controlar el ejercicio de la autoridad y hacerse respetar”.
Nos queda alejarnos de la hipocresía, dejando de agachar la cabeza por miedo a ser diferentes, decir la verdad o sólo pronunciar lo que piensa.
Nos queda vernos en el otro, hacer personal la misericordia, la benevolencia y el perdón hacia nuestros semejantes, de los que están cercas y lejos, especialmente de los que menos tienen, de los desprotegidos que sufren.
Nos queda apostar nuestras manos en hacer lo correcto, respetando al mundo, cuidando a los seres que lo habitan, protegiendo y conservando la naturaleza que lo puebla. Nos queda dejar de competir para empezar a colaborar y preservar los equilibrios naturales del universo que nos ampara.
Nos queda asombrarnos de Dios, su benevolencia y la oportunidad que nos brinda por la existenciapara continuar creando, innovando, emprendiendo. Nos queda el agradecimiento siempre fértil.
Para el mundo
Don Alfonso Reyes cantó para siempre“Viajero: has llegado a la región más transparente del aire”, apoyándome en él, se me ocurre proponer quenos queda hacer de todo México y para el mundo “la región más transparente” considerando como acicate a la mismísima esperanza, ésa que se alimenta no sólo de anhelos, sino del quehacer cotidiano.
Transparente, en la intención de los ideales comunes, diáfana en las pasión que los hagan realidad. Cristalina debido a que la tolerancia haga, de la diversidad y las más profundas diferencias, fuerza, jamás debilidad; convivencia, de ningún modo insalvables desencuentros.
Transparente, por el corazón que late en nuestro ser de mexicanos que, cuando hoy pareciera extraviado por las divergencias, comprende que en él palpita la herencia sagrada de nuestros antepasados, de todos los que vislumbraron una nación mágica, libre como esa águila azteca que nos simboliza; patria poderosa por el espíritu milagroso y las manos fecundas que, en la sombra y la luz, hay millones de personas no dejan de imaginarlo y construirlo.
Transparente, en donde fue posible que el progreso derivara en bienestar social, no en pobreza, no en las desigualdades que derrumban al mundo.
Nos queda hacer hoy de México “La región más transparente” en donde no encuentre terreno la resignación, sino que sea la esperanza la que ilumine la invitación a resistir, que sea el espíritu azteca la que irradie al mundo entero.
Me quedo con Sábato, tengo la fe racional que saldremos adelante, pues “el ser humano sabe hacer de los obstáculos, nuevos caminos porque a la vida le basta el espacio de una grieta para renacer. En esta tarea lo primordial es negarse a asfixiar cuanto de vida podamos alumbrar”.
Nos queda que México renazca “florido y espinudo” que de nuevosea, para propios y extraños, “sortilegio y luz sorpresiva”.
cgutierrez@itesm.mx
Tec. De Monterrey
Campus Saltillo
Programa Emprendedor