Nobel por teclear y negociar
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La mirada de la academia sueca se ha posado en Indoiberia.
Brasil y Colombia. Paulo Coelho de Souza sorprendió porque no fue ninguno de los que aparecían en la lista de “expertos” opinadores. Señalaban como posibles ganadores del Premio Nobel de Literatura a Josh Ashbery, Philip Roth, Joyce Carol Oates, Haruki Murakami, Ngugi Wa Thiong’o, Adonis y Milán Kundera… pero no, Paulo fue el elegido.
En Colombia le tocó a Juan Manuel Santos, su presidente, el Premio Nobel de la paz. Las bases del premio estipulan que el mismo debe ser entregado a “la persona que haya hecho el mejor o mayor trabajo a favor de la fraternidad entre las naciones, la supresión o reducción de ejércitos o en la participación y promoción de congresos de paz y derechos humanos en el año inmediatamente anterior”.
El Premio Nobel de la Paz, dotado con ocho millones de coronas suecas (830 mil euros), más un diploma personal y una medalla, será entregado el próximo 10 de diciembre en el Ayuntamiento de Oslo.
Paulo no tiene un estilo deslumbrante. Mucha gente compra sus libros. Abren horizontes de humanización y descubren caminos de espiritualidades que juntan fantasía con fascinación. Ha sido tenaz tecleador y logró un conglomerado de lectores cautivos.
Lo de Juan Manuel, en Colombia, es algo relevante. La paz no ha llegado. Sólo hay un alto al fuego que se ha respetado. Todos los 17 de cada 100 colombianos votaron por la paz diciendo “sí” y diciendo “no”. Los que afirmaban o negaban con su voto no era la paz sino el contenido del tratado. Quienes dijeron “no”, no rechazaron la paz sino los riesgos de un tratado que incluía la teoría de género o ponía al país en manos de terrorismo y crimen. Los del “sí” querían el fin de la guerra sin advertir el cómo.
Como en Coelho, se ha premiado su aceptado tecleo tenaz; en Santos no se premia una paz lograda ni un tratado ejemplar sino el esfuerzo tenaz de negociación para acabar con una violencia de medio siglo.
La mirada sueca no vio resultados espectaculares de literatura o de paz sino la creatividad y perseverancia del escritor, y la insistencia y sagacidad del negociador que logró un acuerdo discutible y modificable.
Seguramente después de los premios se venderán más los libros de Paulo y se podrán hacer estipulaciones más aceptables en el tratado de Juan Manuel.
En este metafórico futbol de letras y tratado, los árbitros no vieron ni contaron los goles de excelencia literaria o de paz lograda sino valoraron la calidad de los esfuerzos de gran calidad humana…