Muguruza podría volver a la gloria en París
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En el palmarés de la española Garbiñe Muguruza, la victoria conseguida el año pasado en Roland Garros aparece como un oasis, un triunfo de prestigio que sólo la Final de Wimbledon del año anterior hacía presagiar.
En el palmarés de la española Garbiñe Muguruza, la victoria conseguida el año pasado en Roland Garros aparece como un oasis, un triunfo de prestigio que sólo la Final de Wimbledon del año anterior hacía presagiar.
Con 22 años, la oriunda de Caracas, sumaba un éxito brillante, logrado con la frescura de su edad, pero con la serenidad de una veterana. Sin embargo, tras lograrlo, su juego se vio desprovisto de esas dos características, lo que convierte la defensa de su título en una cuestión incierta.
Como lo es desde hace años el circuito femenino, convertido en una veleta sin rumbo, sensación a la que contribuye en Roland Garros la ausencia por embarazo de la estadounidense Serena Williams, la única capaz de instalar una cierta hegemonía en los últimos años.
Tampoco estará en la tierra batida parisiense la rusa Maria Sharapova, quien pese a haber purgado su sanción por consumo de un producto dopante, no ha recibido la invitación de los organizadores.
Así pues, la corona de París está más en el aire que nunca, lo que deja a Muguruza una opción clara de renovación a condición de que recupere la magia de hace un año, de la que no ha dado pruebas desde entonces.
Tres derrotas en seis partidos en tierra batida, con la guinda de su abandono con problemas en el cuello en Roma, no son un buen augurio para la jugadora que confía en que el aroma de la capital francesa le haga revivir el estado de Gracia de 2016.
Tampoco la alemana Angelique Kerber, la número uno del mundo, puede presumir de ser una favorita clara. Su temporada está lejos de la del año pasado y en Roland Garros nunca ha superado los Cuartos de Final, que sólo ha alcanzado una vez en nueve ediciones.
La arcilla no es mejor terreno de expresión para la checa Karolina Pliskova, número 2 en París, que asienta su juego sobre su servicio, una receta que no ha dado resultados ni en Madrid ni en Roma.