Mirador 21/01/17
COMPARTIR
TEMAS
San Virila fue al pueblo a pedir el pan para sus pobres. Al llegar vio a un muchachillo que lloraba desconsoladamente al pie de un árbol. Le preguntó:
–¿Por qué lloras, pequeño?
Gimió el niño:
–Mi gatito subió al árbol y no puede bajar. Haz el milagro de bajarlo por el aire hasta mis brazos.
Respondió el frailecito:
–Los milagros no los hago yo, los hace Dios. Sentado como estás, y así, llorando, no vas a lograr nada. Sube al árbol y baja tú mismo al animalito. Anda, puedes hacerlo.
El niño se esforzó y escaló el tronco hasta llegar a la rama donde el gatito estaba. Lo tomó y lo trajo de regreso. Orgulloso lo mostró a San Virila. Le dijo el santo:
–¿Ves los milagros que hace Dios cuando lo ayudas tú?
¡Hasta mañana!...