Mirador 17/05/17
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–Soy el alfiler –me dijo.
No esperaba su visita. De hecho no me gusta tratar con alfileres: son demasiado puntillosos. De cualquier modo le dije, por cortesía, que me daba gusto verlo.
–Anoche estuve en el teatro –declaró.
Le pregunté, intrigado:
–¿Por qué me lo dice?
Respondió:
–Para que haga usted una aclaración. Habrá leído hoy en el periódico que en el teatro no cabía ni un alfiler. Yo cupe perfectamente, y vi la obra instalado con comodidad y sin molestia alguna. Le pido que haga eso del conocimiento público a fin de evitar malos entendidos.
Le prometí hacerlo, pero él me dijo que quería verme escribir el comunicado.
–Lo siento –me disculpé–. En mi estudio no cabe ni un alfiler.
¡Hasta mañana!...