Mirador 17/02/16
COMPARTIR
TEMAS
Iba la lechera con su cántaro.
Por el camino pensaba en lo que haría después de vender la leche. Compraría unos huevos, de los que sacaría pollos.
Los vendería y compraría una vaca. La vaca le daría terneras que cambiaría por una casa. Ya dueña de su casa podría conseguir marido.
Un fabulista la seguía. Acechaba el momento en que a lechera se le caería el cántaro. Roto el cántaro, adiós las cuentas de la lechera. Entonces él podría escribir una fábula contra los sueños.
En eso, efectivamente, el cántaro se le cayó a la lechera. Pero el cántaro estaba hecho ahora de un material irrompible. Lo levantó la lechera y en el mercado vendió la leche. Sus sueños empezaron a realizarse.
Y dijo el fabulista, mohíno:
—¡Qué malos tiempos éstos! ¡Ya no puede uno asestarle moralejas a la gente!
¡Hasta mañana!....