Migración y deportación
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“Dos corrientes humanas simultáneas y contradictorias”.
Unos van y otros vienen. Unos emigran y otros son deportados. Cruzan unos la frontera de sur a norte y otros de norte a sur. Los que van lo hacen subrepticiamente. Los que vienen son traídos ostentosamente. Aquellos van esperanzados y estos vienen expulsados. El coyote sabe cómo hacerle para que el migrante cruce y agarre camino. La migra hace redadas para aprehender indocumentados y echarlos fuera.
El migrante enfrenta todos los riesgos con el sueño de enviar dólares a su familia, como pago de trabajos rudísimos, de gran esfuerzo. El deportado viene desarraigado, muchas veces dejando hijos y parientes. Sin claras perspectivas de tener ingreso suficiente en el país que antes había abandonado. No pocos, al bajar del avión ya traen en la cabeza el itinerario de regreso.
Centroamericanos hay que intentan quedarse en tierra mexicana. Es la antesala de su éxodo frustrado. No hay muro aún sobre los túneles abiertos o por abrir. Los pasos frecuentados, aun abiertos, no dejan de tener estricta vigilancia reforzada y recrudecimiento de procedimientos de inspección.
“Si vienes con niños te vamos a separar de ellos. Mejor no vengas”. Un método que quieren justificar sus promotores como inhumana medida, dizque “disuasiva” para evitar nuevos ingresos clandestinos. Documentar a los indocumentados y legalizar a los ilegales les suena a amnistía inaceptable. Por eso continúan las aprehensiones intimadoras, sorpresivas.
Cualquier antecedente penal por mínimo que sea, es tomado como razón suficiente para levantar y esposar en camino al vuelo que los vomita en el exterior.
En los consulados de allá se orienta a los mexicanos acerca de sus derechos para evitar atropellos y métodos arbitrarios que lesionen la dignidad de los trabajadores sin papeles. Se diseña la muralla de cemento en la larguísima frontera, de más de nueve metros de altura, maciza y pretendidamente inescalable.
Subsuelo y espacio superior quedarán como tentaciones permanentes para la creatividad migratoria de las futuras generaciones.
Imposible e inhumano extender en el mundo este estilo excluyente de señalar los límites de un territorio nacional. El fenómeno migratorio y la oleada creciente de refugiados es un indicador alarmante. Señala una urgencia de globalizar el respeto a la dignidad humana y a la solidaridad centrada en la justicia social, en dondequiera que haya la unión de un cuerpo sensible y un espíritu abierto a la trascendencia. El destino universal de los bienes es un valor superior a cualquier límite hermético de exclusividad territorial…
Luferni