México-EUA: un ambiente enrarecido
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En el clima de tensión que se vive entre México y los Estados Unidos, una “noticia”, cuya veracidad no termina de quedar clara, vino a enrarecer el ambiente durante varias horas el día de ayer: la relativa a una presunta amenaza de Donald Trump de enviar tropas a territorio nacional para combatir eficazmente a los cárteles de la droga.
Los gobiernos de ambos países han desmentido la especie, difundida a partir de la presunta filtración de un fragmento de la conversación telefónica que los presidentes Peña y Trump habrían sostenido el viernes anterior. Incluso, la cadena CNN, conocida por su rigor en el proceso de verificación de la información, habría difundido una versión distinta a la “original” —transmitida por la agencia AP— según la cual, en lugar de “amenaza” lo que habría existido sería un ofrecimiento de ayuda.
La veracidad de una u otra versiones quedará clara pronto, sin duda, pero el episodio sirve bien para dar cuenta de cómo el ambiente diplomático entre las dos naciones se ha enrarecido de forma insana en unos pocos días.
En primer lugar habría de reconocerse que, si la polémica se instaló durante varias horas, después de la primera revelación, eso se debe, en primerísimo lugar, al hecho de que la especie suena creíble.
Y la presunta verosimilitud del transcendido tiene asideros en ambos extremos de la ecuación: por un lado, resulta fácil creer que Trump hubiera incurrido en el exceso de amenazar a su homólogo mexicano, pues su sello característico es justamente el de la arrogancia; por el otro, se antoja creer que la Presidencia de México no respondería como se merece al principal inquilino de la Casa Blanca en caso de que hubiera hecho tal.
En segundo lugar vale la pena señalar que a la relación entre México y Estados Unidos no le hace falta añadirle elementos de dudosa factura: con lo que es sabido y cierto es suficiente como para estar preocupados por el futuro del intercambio bilateral en el corto y mediano plazos.
En ese sentido, los mexicanos haremos bien en no exacerbar nuestros ánimos y alimentar artificialmente una polémica que ya es de suyo complicada y amenaza con generar consecuencias indeseables para demasiadas personas a ambos lados de la frontera.
En ese proceso, los medios de comunicación estamos llamados a contribuir a la circulación de información cierta, realizando verificaciones rigurosas del material que llega a nuestras manos y, a partir de las reglas del oficio, procediendo a su verificación, además de someter a un examen estricto a nuestras fuentes, sobre todo cuando se trata de fuentes no identificadas que proporcionan información sensible como en este caso.
No se trata de abonarle a la crispación social o al encono en forma gratuita. Suficientes agravios hay sobre la mesa que deberán ser resueltos en su momento como para que se le añadan elementos cuya veracidad está en duda a una relación que se ha vuelto indeseablemente ríspida en las últimas semanas.