Los tlaxcaltecas de San Esteban
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Entre Sergio Reséndiz Boone y Marco Antonio González organizaron un coloquio sobre “La presencia tlaxcalteca en el Noreste de México”, que fue acogida por la Escuela de Ciencias Sociales. Es un esfuerzo importante para que no pase desapercibido el 425 aniversario de la llegada de los mesoamericanos que fundaron el Pueblo de San Esteban de la Nueva Tlaxcala. Sobre el tema se han escrito libros y artículos que explican la venida de esos migrantes que trasformaron el Noreste de la Nueva España y sin los cuales nuestra historia sería distinta. Daré algunos datos.
Quienes vinieron eran jóvenes en su mayoría. Los acompañó un viejo, don Buenaventura de Paz, pero se regresó a Tlaxcala dejándolos en Saltillo. Se ha dicho que venían muy entusiasmados y no es verdad. No hubieran dejado la tierra de sus ancestros si no fuera porque en el norte recibirían grandes beneficios que en Tlaxcala jamás hubieran alcanzado. Allá los explotaban los españoles que, desde Hernán Cortés, los traicionaron y oprimieron (recuerde que una noche a Cortés se le suicidaron 40 tlaxcaltecas en una enorme ceiba porque los maltrataba mucho). Los oprimían los religiosos y los exprimían sus propios caciques. Entonces, cuando el Rey les dio la hidalguía, permiso de andar a caballo, tener su propio cabildo independiente y heredar sus privilegios a sus sucesores, se anotaron poco más de 400 para poblar el norte: se liberaron de sus enemigos. A Saltillo llegaron 67 cabezas de familia, unos muy jovencitos y sólo dos viudas. Arribaron el 13 de septiembre de 1591.
Comparemos a Saltillo con San Esteban. En Saltillo, todavía en 1603, cuando llegó el obispo De la Mota y Escobar, tenía apenas entre 16 y 20 vecinos, quizás 90 personas entre sus familiares y sus esclavos negros e indios (Urdiñola los contó al año siguiente, 1604, y eran 16 vecinos; menos que antes: unos 70). Por su parte el Pueblo de San Esteban tenía ya más de 230 pobladores. Si los españoles eran tan pocos era porque Saltillo era la única población que se había sostenido. Monterrey se despobló, Parras también, y Monclova. Los tlaxcaltecas aseguraron una población sostenida y en crecimiento. A partir de su presencia, las familias españolas regresaron de los lugares donde se habían refugiado: Mazapil y Durango.
Todas las misiones, tanto jesuíticas como franciscanas, incorporaron tlaxcaltecas de San Esteban a sus esfuerzos por evangelizar a los nómadas. No hubo excepción. Las misiones fracasaban, excepto si había tlaxcaltecas al interior. Éstos, al poder comunicarse en las lenguas de los indígenas regionales aseguraban una cercanía a los mismos y una cierta seguridad. Recordemos que el afamado fray Juan Larios llegó a fundar misión y villa en San Francisco de Coahuila junto con tlaxcaltecas saltilleros. Pero es necesario recordar que 20 años antes que llegara Larios a lo que hoy es Monclova se le adelantaron varios misioneros tlaxcaltecas que, solos, es decir sin sacerdotes, predicaron el evangelio en el Nadadores en 1658 y comunicaron al virrey en una hermosa carta que cuatro “naciones” (grupos étnicos) aceptaban ser cristianos y reconocer a la Corona pero que los españoles no querían que fuesen cristianos porque preferían hacerlos esclavos. ¡Vaya denuncia contra la monarquía que protegió a los esclavistas y que los mismos tlaxcaltecas se lo embarran!
En 1777 pasó por Saltillo fray Juan Agustín de Morfi y dejó en su maravilloso libro claras y puntuales descripciones. Señaló que en la villa de Saltillo no había un árbol bajo el cual resguardarse del sol porque los españoles eran muy flojos, mientras que el Pueblo de San Esteban tenía hermosas y productivas huertas. Es la opinión de un español acerca de ambas comunidades.
No cabe más información, que la tengo. Por ello los envío a libros sobre el tema de Elisabeth Butzer, de Rodolfo Esparza, Álvaro Canales, Celestino Solís, David Adams. Ya es imposible encontrarlo pero don Ildefonso Dávila y yo publicamos en ese 1991 una antología con los textos torales de la comunidad de San Esteban. Y no dejaré de lado que en el año 91 nos hermanamos con Tlaxcala y el alcalde Miguel Arizpe festejó con bombo y platillo esos 400 años de ser un pueblo mestizo.