Lecciones de Londres desde México
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Una camioneta y un par de cuchillos. Cuando existe el nivel de radicalización, la inspiración, la convicción de que el acto que se va a cometer tiene sentido, todo lo que hace falta es una camioneta y dos cuchillos para atacar el corazón de una de las más importantes capitales del mundo. Vivimos tiempos en que el mecanismo de contagio de estrés colectivo no opera utilizando únicamente a los medios tradicionales, sino también a redes sociales que conectan al instante a millones de individuos ubicados en todo el planeta. Solo este último elemento marca toda la diferencia entre atentados de antes, y los atentados de hoy. De modo que, si algo hay que extraer de este triste evento, son las lecciones. Procuro señalar algunas, vistas desde el país en el que vivimos:
Primera, si el terrorismo no es combatido desde sus causas raíz, encontrará siempre medios para manifestarse. Medidas de seguridad como desnudar a pasajeros, documentar sus aparatos electrónicos, espiar redes sociales, elevar las alertas terroristas, pueden funcionar, pero solo a veces y limitadamente. Es más, se puede desactivar trece, veinte o cien atentados y desmantelar mil células. Pero mientras exista la intención de cometer ataques terroristas, la creatividad humana ideará modos de esquivar todas las barreras que pongamos.
Segunda, a pesar de que discursos como el de Trump o Le Pen así lo proclamen, los males no siempre vienen de fuera. La grandísima mayoría de ataques terroristas posteriores al 9/11, es perpetrada por ciudadanos de los países atacados. De modo que cerrar las fronteras o prohibir la entrada a refugiados, no resuelve la raíz del problema.
Tercera, el terrorismo es un fenómeno complejo, que presenta diferentes motivaciones, métodos y características, dependiendo de la región y país donde se comete. Es verdad que en países occidentales hemos atestiguado una des-sofisticación en los ataques. En esos países se ha estudiado la radicalización, su correlación con factores socioeconómicos, exclusión y marginación, factores presentes en buena medida. Sin embargo, menos de 2% de muertes por terrorismo se produce en dichos países. En donde se produce 98% de muertes por terrorismo, importa mucho más la presencia de inestabilidad, de conflicto, de violencia cometida por los gobiernos locales o la debilidad institucional, la falta de respeto a derechos humanos, la criminalidad o la corrupción.
Quinta, en el mundo de hoy, todos esos elementos terminan interconectándose. Sin la intervención estadounidense y el conflicto en Irak no se puede entender a ISI (el nombre anterior de ISIS). Sin la guerra siria, no se puede entender su separación de Al Qaeda, su crecimiento, su cambio de nombre a ISIS y la fundación de su “califato”. Sin esos factores no se puede entender su expansión a 28 países, su éxito mediático, su poder de atracción. Del mismo modo, sin la suma de elementos anteriores es imposible comprender cómo es que el terrorismo ha crecido como ha crecido. Si eso no se entiende, entonces tampoco se puede entender a una importante fracción del voto duro de Trump (96% de quienes decían que votarían por ese candidato se mostraban ansiosos por la posibilidad de ser afectados por un ataque terrorista). Y si no entendemos eso, entonces tampoco entendemos el impacto que todo ello tiene sobre el diseño de la política exterior de esta administración, y sobre la manera en que Trump entreteje ese miedo con otras cuestiones relativas a la migración que procede de nuestro país. De forma que el sexto aprendizaje: México no es una isla.
Twitter: @maurimm