Lecciones de EU para replicar en México
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Es importante conocer los perfiles políticos que buscan un cargo público, y en este ámbito se debiera incluir su salud
La polémica generada en Estados Unidos tras el episodio de la descompensación en la salud de Hillary Clinton, bien valdría la pena revisarla con detenimiento en nuestro País.
Más allá de la preocupación genuina por la salud de una figura pública de talante mundial, la coyuntura debiera despertar el debate en nuestro País y hasta en nuestra localidad sobre la transparencia que los aspirantes a un cargo público deben tener en ámbitos que sobrepasan a su carrera, méritos profesionales, capital político, capacidad cognoscitiva, así como su formación profesional.
Hace un par de días, en este espacio apuntábamos la necesidad imperante que debiera tener la sociedad en conocer a los perfiles políticos que buscan un cargo público. Y en este ámbito se debiera incluir también su salud.
Se puede entender que este tema se inmiscuye en su vida personal, sin embargo, la sociedad merece conocer en qué circunstancia física y mental se encuentra el candidato o candidata por la que pretende votar.
El tema de la transparencia ha tenido grandes avances en nuestro País. La iniciativa 3de3 ha sido un mecanismo plausible que la sociedad civil ha llevado a la arena pública de las exigencias hacia quienes aspiran a un cargo público.
En Estados Unidos se ha abierto un debate que obligó a Clinton a romper el “blindaje” que había generado en torno a la información sobre su salud. Ayer, su equipo de campaña debió entregar mayores detalles para evitar minar su imagen y el capital político que lleva hasta ahora y que la tiene —según las encuestas— apenas unos puntos por encima del otro aspirante, Donald Trump.
El tema no es menor, la ciudadanía merece conocer bajo qué circunstancias de salud le confiaría una administración pública a alguien.
En los próximos dos años en Coahuila y México se definen puestos de relieve. En 2017, en nuestro Estado se elige Gobernador, diputados y alcaldes.
Este tema debiera ser invitado a la parcela de las ideas y exigencias ciudadanas para elegir a los mejores perfiles que dirijan los destinos de la administración pública o de la mejora en el marco legal existente.
Como bien apunta en estas páginas Raymundo Riva Palacio, la clase política mexicana se ha mostrado renuente a abrir este apartado de su vida a la opinión pública.
Sin embargo, las condiciones y el pasado reciente conllevan a que la sociedad otee en un ámbito que hemos dejado de lado.
Si una democracia tan vigorosa como la de los Estados Unidos empieza a dar pasos hacia allá, la mexicana debiera replicar estas situaciones para reforzar las bases existentes.
En México hemos vivido algunos episodios con este tema. Hace algunos años, el entonces presidente Felipe Calderón fue cuestionado fuertemente sobre su salud, al grado de rumorarse sobre una afectación por el consumo de bebidas alcohólicas.
Nunca se confirmó ni se desmintió. Antes, la situación del presidente Vicente Fox y su medicación con Prozac, también fue polémica, pero jamás informada a cabalidad. Tras la vivencia de Clinton, en México debiéramos empezar a replicar las lecciones de EU.