Las trompetas de Beethoven
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Hace semanas, en los días lerdos y sudorosos de Semana Santa, amén de escuchar “Las Lamentaciones de Jeremías” y varias misas y música de tono sacro de Mozart y Beethoven, sin faltar claro, las “Cantigas de Santa María” de Alfonso X, apodado “El Sabio”, leí un pequeño libro de estampas de vida de varios músicos, incluyendo la de Ludwig Van, el compositor nacido en Bonn, Alemania. En esta estampa se cuenta de que en su casa-museo aún se pueden ver las grandes trompetas de metal que éste mandó colocar dentro del piano a las cuales se les adaptó una extensión que terminaba en puntas finísimas que a la vez el compositor introducía en su oído, con el fin de paliar su sordera e imagino, tratar de escuchar sus arreglos musicales.
A la par de estos folios entretenidos y puntillosos en cuanto a datos, leí un texto perturbador, el resumen a la vez de un dilatado estudio de dos economistas, uno de ellos, precisamente, Premio Nobel de Economía, Angus Deaton y Anne Case. A la vez, este estudio del par de economistas norteamericanos es, digamos, la continuación de un Informe de 2015 donde documentaban el aumento gradual sin prisa y sin pausa, en la mortalidad de los estadunidenses blancos.
Leí el texto de la autoría de Moisés Naím en el diario ibérico El País. Los resultados del estudio referido son devastadores y aleccionadores. Caray, por eso del voto hacia Donald Trump y por eso y no otra cosa, el discurso de odio del magnate norteamericano que aboga por un proteccionismo económico, una economía de retroceso, la atención primero hacia sus ciudadanos y la condena con su lengua de fuego hacia los mexicanos, a los cuales tilda de rateros, vagos, vendedores de droga, violadores y, en el extremo, los condena por aporofobia: ser pobres. Por eso del amago de deportaciones masivas, la inminente construcción del muro que detenga la migración hacia su país y que los nativos, los gringos de raza blanca, renazcan de sus cenizas. Cenizas las cuales no son un mito, sino una realidad.
Los resultados del perturbador estudio son los siguientes: en Estados Unidos los hombres de raza blanca, rango medio de edad (50-54 años) y sin estudios universitarios, se están muriendo a un ritmo abrumador. Y no, no sucede en este mismo rango de edad, situación de clase digamos y estudios, con hombres de origen hispano o afroamericano. La mortalidad de blancos menos educados se ha disparado del año 1999 a la fecha del estudio, 2015. Es un 30 por ciento más que la de los afroamericanos, por ejemplo. ¿De qué mueren? Hay hartos suicidios, muertes por sobredosis de drogas, alcoholismo, cáncer…
ESQUINA-BAJAN
En el estudio se hace referencia a que a este estrato en especial le pegó muy duro el desempleo, tanto por la crisis global como por la globalización (de aquí que Trump busque que las empresas gringas se queden en EU) y posteriormente la automatización de muchos procesos industriales y manufactura. El par de investigadores hace referencia a que el desempleo y la caída de ingresos han provocado todo lo anterior, lo cual ha llevado a una mortalidad jamás vista en otro país del mundo industrializado o de primer mundo, vaya. Y esta alta mortalidad no se está presentando entre hispanos o afroamericanos.
Me ha llamado la atención esta parte del estudio. Es decir, Deaton y Case hablan de patrones que en pocos años cambiaron en la vida de este segmento de la población, como lo fue el cambio de rol de las mujeres, aumento de divorcios, la fragmentación familiar y una gran movilidad geográfica buscando oportunidades laborales. A esto ellos le han denominado “Muertes por desesperanza”. ¿Cuánto mide, cuánto pesa la esperanza? ¿Se puede comprar futuro, esperanza, aliento de vida en la tienda de la esquina o en la Iglesia cristiana de Joel Osteen, el exitoso y millonario pastor de Houston, Texas? Ojo, esta variable la ponen en juego dos economistas, dos científicos, uno de ellos Nobel de Economía.
¿Por qué no hay la misma mortalidad en este rango de edad y de pocos estudios formales entre los hombres de origen latino o afroamericano e igual, desempleados como los gringos? Por un motivo: los hispanos tienen esperanza, anhelo de un futuro para ellos y sus hijos. Si siempre han estado jodidos, pues lo único que puede llegar es un estado mejor, aunque éste jamás se haga presente. Dato perturbador: en 2015, más norteamericanos blancos murieron por sobredosis de droga que por arma de fuego o accidentes de tránsito. Los científicos le llamaron a esta variable “muertes por desesperanza”. El 60 por ciento de estos blancos votó por Trump.
LETRAS MINÚSCULAS
Aún sordo, el gran Beethoven mandó poner unas enormes trompetas en su piano las cuales introducía en sus oídos con una esperanza: escuchar. Ilusión que los blancos norteamericanos no tienen…