La pobreza mancilla su esperanza de ir a estudiar; familia a veces no tiene ni para comer
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Un plato en la mesa con una tortilla dura y salsa es lo que Clara ofrece a dos de sus cuatro hijos esta mañana
CDMX. Un plato en la mesa con una tortilla dura y salsa es lo que Clara ofrece a dos de sus cuatro hijos esta mañana.
Faltan unas horas para que Mary y Tere regresen a la escuela, esta vez a tercero y a quinto grado. El siete de calificación, a pesar de las faltas acumuladas, no fue obstáculo para que ambas niñas pasaran de año.
La familia Rojas Zavala prepara aguja e hilos para remendar las faldas, suéteres y recolectar las hojas blancas que quedaron en los cuadernos para el regreso a clases.
En la Manzana 32 de la comunidad “Las Vías” localizada en las inmediaciones de Chimalhuacán y Nezahualcóyotl, Estado de México, viven en medio de un telar de cables de luz.
Son dos los cuartos en donde habitan los diez miembros de la familia Rojas Zavala. Todos comparten una letrina y cocinan con leña sobre una estructura de tabiques encimados en el patio; el agua que usan la compran a una pipa.
Son ocho hijos y la pareja que forman Clara Zavala y Julio Rojas. Además de un nieto y el yerno. En total, 12 personas. Los dos hijos mayores no viven con ellos.
Clara, la mamá, ha ido remendado las faldas del uniforme de Mary y Tere; descoloridas, las adapta a la nueva talla de sus hijas, las únicas que continuarán en la escuela pero están desganadas.
La prenda guinda tiene manchas blancas, se ha deshilachado con el uso, también se ha descosido, pero sirve y Mary la utilizará un año más.
La falta de dinero hace que Clara y Julio no sepan de dónde sacarán para comprar los materiales para el inicio de clases. Por eso buscan entre lo del año pasado, para que este próximo puedan llegar a tiempo a la primaria Gustavo Baz.
Tere, de 12 años y quien ingresará a quinto grado, dice estar bien "porque estando con mi familia, me siento a gusto. Mal, porque hemos tenido muchas dificultades, no tenemos dinero ni muchas cosas. No tenemos nada".
Lo que obtienen Clara y Julio, con las manualidades, no alcanza para mucho, eso a pesar de que Luis Eduardo, el otro de los hijos más grandes, de 15 años y del cual la familia no tiene previsto que vaya más a la escuela, trabaja en la recolección de basura y a veces regresa a la casa con 30 pesos.
Al salir de segundo grado de primaria, Mary apenas aprendió a leer, mientras que Tere, quien pasó a quinto, se le dificultan las divisiones y las multiplicaciones. Terminaron el ciclo escolar con promedio de 7 y acumularon más de 20 faltas en su boleta. Aquellos días en los que su mamá no les puede dar de comer no van a clases "para que no se pongan tristes de ver lo que otros niños tienen y a ellas les falta", explica Clara.
El año pasado, la familia Rojas Zavala comía huevo y plátano todos los días; ahora su dieta se basa en buñuelos de harina y piloncillo que Clara fríe en una estufa de leña, así como tortillas con chile que las niñas desayunan, cuando hay, antes de irse a la escuela. Si la situación mejora un poco, la mujer compra retacería de pollo y la cuece para preparar con sopa de pasta.
Para sus hijas no habrá cuadernos nuevos, sólo el rescate de hojas limpias, trozos de lápices, gomas, reglas, mochila, ropa y zapatos, los que utilizaron el año pasado. A pesar de que en el anterior recibieron ayuda para iniciar el ciclo escolar, la familia sigue enfrentando que el único sustento sea la venta de figuras de foamy.
En un costado de la mesa, Tere dice: "Me gustaría ser militar, porque me gustaría viajar en los helicópteros, agarrar la pistola y atrapar a los rateros; además, puedo ganar dinero para ayudar a mi mamá y a mis hermanos, tener una casa, una estufa y un microondas. Me gustaría comprarme ropa y zapatos, salirme de aquí". Su aspiración es salir de Las Vías.
Pero al escucharla su mamá ataja: "Nos tirará el hambre, pero el orgullo nos levanta. Mientras tenga yo a mis hijas sonrientes, que las vea alegres, eso para mí es mucho; el día que las veo tristes, me siento mal. Hay un dicho que dice que el poder es querer y salir adelante sí se puede". Es Clara, ante la mesa en la que sirve las tortillas con salsa.