La luz al final del túnel
COMPARTIR
TEMAS
Aquel restaurant era muy original.
Se llamaba El Tren y tenía una decoración correspondiente a su nombre. La gente que tomaba su capuchino o saboreaba sus enchiladas tenía la impresión de estar en un vagón del ferrocarril. A falta de ventanas había grandes cuadros con paisajes de bosque y montaña.
Cada media hora había un sonido traqueteante y se escuchaba un silbatazo característico.
Se apagaban las luces simulando el tránsito por un túnel. Se acababan la sorpresa y el susto cuando la luz se encendía de nuevo. Algunos aplaudían y otros gritaban alegremente.
Hay un túnel de calendario. Llega a finales de octubre cada año. Hay una víspera, una celebración mortuoria y una luminosa celebración de Todos Santos. El último día de octubre, por contagio cultural extralógico, se ha adoptado, con apoyo comercial y mediático, lo que llaman, con pronunciación castellanizada, el “jálouin”. Halloween, contracción de All Hallows’ Eve (Víspera de Todos los Santos), conocido después como Noche de Brujas o Día de Brujas, es una costumbre moderna resultado del sincretismo originado por la cristianización de las fiestas del fin de verano de origen celta.
El salto de santos a brujas es una transferencia cultural que mezcló paganismo al cristianismo. Durante esa noche se creía que los espíritus de los difuntos caminaban entre los vivos, y se realizaban ritos sagrados que incluían la comunicación con los muertos. Además, era habitual colocar una vela encendida en las ventanas para que los muertos “encontrasen su camino”. De ahí derivó a la exhibición de lo horrendo, lo tenebroso y lo fúnebre en disfraces de susto para conseguir dulces en el vecindario.
El Día de muertos se ha cargado de folklorismo supersticioso. Las ofrendas a los muertos con altares de adornos, frutas, dulces, flores y manjares, con fotografía del difunto, se aplica a familiares y hasta a héroes patrios. En otras regiones se preparan banquetes en las tumbas con cirios encendidos para complacer el gusto de espíritus comensales imaginarios.
En feliz contraste, la comunidad de fe eleva oraciones por las almas necesitadas de purificación.
El túnel tiene su luz al final. La larga víspera de Todos Santos (All Hallows’ Eve) oscurecida y contaminada por brochazos culturales, rodeando una flama de plegaria redescubre su raíz no paganizada y celebra la gloriosa fiesta de alegría de todos los bienaventurados.
El Halloween se transforma en Holy wins. El amor tacha al horror, la vida a la muerte, lo santo a lo macabro, la alegría al susto. Los disfraces son ya de príncipes, princesas y santos. Y no se piden dulces sino se dan estampas en el vecindario. Es la luz al final del túnel.