La lucha que no termina
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A estas alturas cuando las campañas y la elección se han consumado, la lucha sigue pero ahora en los tribunales. La sociedad se encuentra polarizada
Tal y como lo dijimos hace exactamente una semana, la decisión del destino del Estado estuvo en las manos de los coahuilenses.
Con todo y los defectos de esta democracia, que para muchos sigue siendo una partidocracia con la inclusión de actores independientes que están en desventaja ante los partidos tradicionales, la voluntad popular decidió que en el estado siga gobernando el Partido Revolucionario Institucional, de la mano de sus partidos minoritarios aliados.
¿Qué hubo fraude, robo electoral? La verdad, la denuncia está en la mesa, formalizada por el Partido Acción Nacional y sus partidos aliados, así como con el apoyo del resto de los candidatos a Gobernador opositores, a excepción de la abanderada del PRD.
De que las campañas estuvieron plagadas de guerra sucia, de sospechas de compra de votos por varios partidos, de irregularidades y de otras tácticas partidistas, no hay duda. Desgraciadamente nuestra democracia así funciona, pero probar a estas alturas el llamado fraude electoral es realmente una tarea difícil por parte de quienes lo argumentan.
Pero están en todo su derecho de denunciar y probar.
Oficialmente Miguel Riquelme, el candidato del PRI, ha sido declarado ganador con 482.534 votos, según el recuento del IEC. En segunda posición, con 30.993 sufragios menos un 2.5% de diferencia, se ubicó Guillermo Anaya, del PAN, el cual rechazó el proceso y convocó a un frente opositor junto a otros cinco partidos políticos y cuatro excandidatos derrotados por el PRI.
A estas alturas, cuando las campañas y la elección ya se han consumado, la lucha sigue, pero ahora será en tribunales.
La sociedad se encuentra polarizada.
Decíamos en anteriores textos que la elección que estaba en juego hace ocho días estaba en manos de los ciudadanos, tanto en la organización, representación y los resultados de los mismos.
Los ciudadanos manifestaron mucho de los errores y vicios que como sociedad acarreamos.
Entre ella las permisidad de viejas prácticas en un sistema democrático que debería ser ejemplo de apertura, participación y libertad.
La ciudadanía se manifestó con todas las virtudes y errores que como seres humanos podemos tener. El resultado no dejó contento a una parte de la sociedad y los métodos empleados por todos los actores tampoco.
Pero hay una parte que celebra su victoria