La Gran Muralla
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1987 marcó del debut de un prometedor cineasta de origen chino de nombre Zhang Yimou con su ópera prima, “Sorgo Rojo”, que le dio a ganar, entre otros premios, el Oso de Oro de Berlín.
A partir de entonces, y a lo largo de la década de los 90, el prestigio de Yimou fue en ascenso a través de conmovedores y poderosos relatos que como “Sorgo Rojo” coincidían en proyectar a través en su mayoría de dramas románticos la cultura y sentir de su patria, y así fue como no dejamos de seguirle la huella gratamente con películas como las nominadas al Oscar “Ju Dou”, de 1990 y “Raise the Red Lantern”, de 1991; “The Story of Qiu Ju” , de 1993 y “Ni uno menos”, de 1999, que en pantallas locales formó parte del añorado ciclo de “Cámara alternativa” de Cinemark, entre otras.
Con la llegada del nuevo milenio, y la irrupción abrupta de otros cineastas asiáticos como el taiwanés Ang Lee con exitosas épicas de acción, aventura y fantasía como “El tigre y el dragón”, del año 2000, cineastas como Yimou apostaron por este tipo de épicas más inclinadas en el contexto histórico al que estaba acostumbrado y así fue como no dejó de sorprender con memorables filmes de la primera década del siglo XXI como las también nominadas al Oscar “Héroe”, del 2002; “La casa de las dagas voladoras”, del 2005 y “La maldición de la flor dorada”, del 2006.
Con esa destacada filmografía, no fue gratuito que en la última década se le fueran sumando talentos hollywoodenses tanto delante como detrás de cámaras como ganadores del Oscar de la talla del actor Matt Damon y el productor Edward Zwick (“El Último Samurai”; “Shakespeare Enamorado”), o también nominados como el actor Willem Dafoe (“Pelotón”) y el director y guionista Tony Gilroy (“Michael Clayton”), entre otros, para una superproducción de 150 millones de dólares que con el puro título, “La Gran Muralla”, y los antecedentes de Zhang Yimou como cineasta no podía más que esperar con ansias ver el resultado de esa unión de talentos en pantalla.
“La Gran Muralla” se estrenó el pasado viernes 3 de febrero en todo México incluyendo a Saltillo, quince días antes de su exhibición en salas de Estados Unidos, y al verla uno corrobora entre silenciosos lamentos el por qué se quiso tener un buen colchón de taquilla foránea previa a l que muy seguramente será una deplorable recaudación económica en la Unión Americana de una historia que no sabemos cómo pudo fallar tan abundantemente empezando por un guión que no concebimos sea de la autoría, entre otros, de los mencionados Edward Zwick y Tony Gilroy, entre otros.
Es cierto que sobre aviso no hay engaño, pero aunque en su prólogo se nos advierte que alrededor de esa monumental construcción que es la gran muralla china se han tejido innumerables leyendas y “esta es una de ellas” lo que menos se puede esperar el espectador es que si bien es la aparente historia de redención de un ladrón y asesino de occidente llamado William Garin (Damon) quien en la antigua China de alrededor del año 1100 después de Cristo más que luchar contra invasores extranjeros que como William buscan despojarlos de posesiones o invenciones como la pólvora lo hacen contra unas criaturas míticas llamadas Tao Teis, una especie maligna y figura tipo gárgola que sale a la luz cada 60 años del corazón de la Montaña de Jade para alimentarse de la humanidad.
Resumimos “La Gran Muralla” con una de las varias malas líneas que dice Matt Damon: “Apestamos”.
Comentarios a: alfredogalindo@hotmail.com; Twitter: @AlfredoGalindo