La crisis en las escuelas mexicanas, ¿qué hacer?
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El diagnóstico realizado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), a través de la prueba Pisa, vuelve a colocar el tema de la Educación del País en el radar del debate público.
A grandes rasgos y para sintetizar a su mínima expresión lo que dice esta prueba en torno a los estudiantes mexicanos: ellos son los peores de los países que conforman esta organización.
Según los detalles dados a conocer por la OCDE, el sistema educativo mexicano se mantiene lejos del promedio que tienen los países más fuertes del mundo.
Eso debiera de ser un escándalo mayúsculo para cualquier nación que aspira a ser una potencia, aunque sea dentro del rango de los países emergentes. Ante ello, la postura que ha adoptado el Gobierno mexicano, a través de Aurelio Nuño, titular del Ministerio de Educación es:
“Básicamente lo que demuestran estos resultados es que no hay cambios, es decir, que en los últimos 10 años prácticamente no hemos visto mejora significativa”, señala Nuño.
Más allá de lamentarse, los diversos actores de la vida pública debieran buscar soluciones que lleven a mejorar el sistema educativo.
Es cierto que, como lo dice Nuño, el Gobierno ha planteado y el Congreso ha aprobado una reforma educativa que prioriza la meritocracia en el gremio magisterial y coloca condiciones que harían pensar que habría un mejor rendimiento en las aulas.
Sin embargo, si algo ha sido cuestionado por diferentes analistas es la falta de capacidad del Gobierno federal para implementar las reformas estructurales.
La enmienda en materia de Educación fue la que mayor respaldo recibió de la sociedad civil, salvo un sector del Magisterio que se sigue oponiendo a ella, el resto fue enfático en considerarla como vital.
Los resultados obtenidos por los estudiantes mexicanos llaman a una necesidad imperante de buscar mejoras que resultan urgentes. Esto va más allá de los profesores y alumnos. La sociedad civil debiera apelar a generar condiciones que conlleven a mejorar esta situación a través de la reforma u otros vehículos.
En estos momentos, a través de los medios electrónicos, se difunde publicidad oficial estelarizada por estudiantes que piden dejar de pensar en el futuro de la educación para concentrarse en el presente.
Los menores que protagonizan estos mensajes oficiales tienen razón: la educación de la actualidad requiere una urgente “cirugía” que la lleve a mejorar en demasía.
Los resultados exhibidos por la OCDE muestran retrasos que no pueden quedar en un lamento de parte del Gobierno y la población.
Aunque el Gobierno estima que esta reforma madurará en 10 años, con lo que se verán mejores resultados, la necesidad marca una urgencia en un menor plazo. Algo habrá de hacerse.