La ciudad… del pene
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Aquel viejo aforismo por todos repetido sigue cumpliéndose de manera fiel: mejor que todos los tesoros y riquezas… viajar. Aquel estribillo machacón sigue en pie de guerra: lo viajado, nadie te lo quita. Mejor que el oro en lingotes, es viajar a lugares cercanos o lejanos, da igual, donde nuestros ojos se abren como platos y nuestros sentidos gozan o padecen aquello que dichos viajes no pocas veces nos hace cambiar de un solo golpe y para siempre. Con justa razón decimos que no hay un sólo México sino varios “Méxicos”.
La cosa es de pensarse porque de la aridez y orgullo del sol llameante del desierto, pasamos no pocas veces y apenas en horas, a otro ecosistema en este caso, a la huasteca ardiente de Tamaulipas o San Luis Potosí. De las casas con techos de teja roja en sus villas y pueblos de Michoacán, pasamos en un tris a admirar las 365 Iglesias católicas de Cholula, Puebla. Chiapas obliga a quedarse con la boca abierta con la deslumbrante naturaleza…
Hemos hecho un apunte rápido y bosquejado el clima y alguna arquitectura, pero estos cambios y sólo en México, varía en todos los órdenes del quehacer humano: la vida social, la vida culinaria, la vida laboral, la vida privada, la vida sexual. Y si usted traspone apenas este bosquejo de México al mundo todo, sería inconmensurable abordarlo. Sería inenarrable aplicarnos a todo. Pero, para seguir con los ejemplos fáciles y rápidos de frases que se cumplen a la letra cabalmente, nada como aquello de “los viajes ilustran.” Y no pocas veces cuando un amigo viaja y llega con su bagaje (equipaje de experiencias) y nos cuenta de la magia, de los habitantes, de la gastronomía, de las costumbres que vio y sintió en su periplo, lo disfrutamos igual y nuestra complicidad se cumple al escuchar y ver dichas historias. Es lo que me acaba de pasar ahora que regresó Miguel Ángel Wheelock de un viaje por tres países de Asia: Bután, Paquistán e India.
Tanto por motivos de trabajo (fue a un Congreso Internacional de Empresarios y Emprendedores, cuando aquí los panistas se arrebatan tristes huesos políticos) como por el placer de viajar y andar de pata de perro, el ingeniero Wheelock anduvo de vago por países donde las costumbres son muy diferentes a nosotros, que fue a parare a una aldea en las faldas de la cordillera del Himalaya donde las casas, graneros y todo tipo de habitación, están decorados en sus fachadas con… penes. Me lo platica doblado de risa. Es el reino de Bután. Camino a un monasterio impresionante, me cuenta el trotamundos, salta a la vista del viajero un dato: todas la fachadas y los suvenires (artesanías) giran en torno al falo, al miembro masculino: el pene.
Esquina-bajan
El monasterio es de nombre impronunciable: Chimi Lhakhang. Pero antes de llegar, en el valle de Punakha, todo tiene que ver con penes y falos. Cosa digamos, como de budismo tántrico. En Bután, acostumbran decorar las fachadas de sus casas con diferentes elementos de la naturaleza, como una especie de protección en contra de la maldad, que en todos lados hay y habita. Por ello hay casas decoradas con motivos de flores, cervatillos, gráciles manojos de yerbas. Pero, el decorado infalible, la pintura estelar y deidad máxima es un pene.
Miguel Ángel me enseña las decenas de fotografías y pues sí, les doy la razón, como no se va asustar el mismo demonio al querer entrar en estas casas, si hay penes gruesos como troncos de árbol montados sobre un par de testículos, magnos y redondos como ruedas de tractor. En otras fotografías, los penes chorrean ese líquido de vida llamado semen. Así de sencillo. Los penes son pintados y venerados como una religión más (creo que a nadie asusta lo anterior, en esta parte del mundo se venera un pene como la humanidad ha inventado y adora al menos a 2 mil 700 dioses y deidades que hay en las diferentes culturas alrededor del orbe). Pintar un pene en las fachadas de las casas es signo de fertilidad, ofrece protección frente al mal y ayuda a luchar contra los rumores perniciosos.
Y caray, equivocados no andan del todo los nativos de Bután. El falo, el pene es símbolo de potencia creadora y se le representa, se asocia simbólicamente (incluso en el cristianismo y en el judaísmo) con el pie (lo cual lo abordamos en Café Montaigne), el dedo pulgar, la piedra hita, la columna arquitectónica, el árbol… Según la “Kabbale”, el falo se compara con el “Sefer Bahir”, es decir, con el justo. Usted lo sabe, innumerables veces como en Proverbios 10:23, se habla del hombre ecuánime: “El justo es llamado fundamento del mundo.” Caray, si hay gente que “cree” en el infierno, en el purgatorio, en el cielo, en el espíritu santo, en fantasmas, en apariciones, en hadas, en brujas, en duendes, en horóscopos, en ángeles, en gatos, en el karma, en Pancho Villa, en el aura, en el peyote y un largo etcétera…
Letras minúsculas
Que los nativos de Bután deifiquen el pene y le rindan tributo y pleitesía pues no, no debe de escandalizar a nadie. Los viajes ilustran.