La agenda del PRIAN
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Como ya he confesado, no tengo formación política académica.
Si soy opinador sobre el tema es porque me doy a la tarea de degustar, saborear, paladear y analizar con la exquisitez de un enólogo, todos y cada uno de los chingazos que nos acomodan los actores de la vida pública, local y nacional.
Como ya he mencionado antes también, mis rudimentos en análisis de las estructuras políticas me los dio la lectura de la obra de Eduardo del Río, “Rius”, y podrán parecer más bien modestos, pero le aseguro que son en promedio mucho más sólidos y mejor fundamentados que muchos de los que se presumen políticos de carrera y —peor aún— “científicos sociales”.
Debe ser por dichas nociones que tengo una ligera inclinación por el pensamiento de izquierda (no, no he leído “El Capital”, ni escucho trova), es sólo que simpatizo con algunos preceptos de “igualdad social”, aunque creo en la libre competencia y en restarle facultades al estado.
Desgraciadamente, la izquierda está muy pero que si muy jodidamente representada en la vida política mexicana y si algunos partidos están allí, dizque dándole voz y representatividad a toda la chairada nacional, es nomás porque es un excelente negocio (viven como millonarios y ni siquiera están obligados a ganar nada, ¿verdad, PT?).
Pero la izquierda mexicana tiene un líder y como todo líder tiene simpatizantes, seguidores, fanáticos, detractores, malquerientes, opositores y enemigos perjurados. ¿Necesito mencionar a este líder por alguna de sus múltiples denominaciones? ¡Nah!
Usted puede odiarlo hasta la úlcera péptica o ponerlo en un nicho con veladora junto a su difunta abue. ¡Me vale! De hecho la Nación Petatiux no está para enaltecer a ningún personaje político, pero sí para señalar hechos. Veamos algunos:
Pese a que México podría definirse como una zona de desastre social, económico y político, imputable a las fuerzas que nos han gobernado (PRI y, en una medida mucho menor, PAN), el villano favorito en la agenda de ambas divisas es el patriarca de la izquierda.
Resulta alucinógeno e hilarante, como un mal viaje de ácido, que el Presidente del Revolucionario invoque a la decencia a la hora de condenar a las llamas del Averno al Mesías de Macuspana.
Teniendo el PRI una colección de exgobernadores responsables de auténticas catástrofes financieras en sus respectivas entidades, es decir, ratas que han comprometido el futuro de tres o más generaciones de mexicanos, sucede ahora que no hay alimaña más venenosa que el “tabajqueño” porque uno de sus colaboradores aceptó un donativo (nadie ha dicho si era mal habido) en efectivo, de menor cuantía que lo que cuesta el automóvil de un junior.
Entiéndalo. Hablamos de cataclismos financieros cometidos en perjuicio del erario, contra el importe de dos coches compactos, que no involucra hasta donde se sabe dinero público o de procedencia ilícita y que ni siquiera tocó su presunto destinatario.
Y no obstante son hechos que ni por asomo resultan equiparables (ni en su trasfondo, ni en los dígitos), la insistencia mediática sobre uno y otro es por decir lo menos la misma.
“El Rayo de Esperanza”, sin embargo, no sólo es el punching bag favorito del PRI, sino también, del que se supone debería ser el principal opositor del régimen, Acción Nacional.
Pero en vez de impugnar todo lo que es impugnable de la actual administración federal y sus feudos estatales, el Presidente de los azules opta también por alimentar con sus pronunciamientos el de por sí infladísimo escándalo contra “El Rey Chairo”.
Hecho: PRI y PAN comparten ahora una misma preocupación, tiene nombre, rostro y pelito de algodón.
Pero ya le digo, elimine si quiere al señor de Morena de sus simpatías, preferencias o afectos. Me vale lo que viene siendo Wilson, porque la esencia de este comentario no es lo que se dice del “Peje”, sino quién lo dice.
Yo no sé usted, pero a mí desde chiquito el instinto me dicta hacer exactamente lo opuesto a lo que el PRI me recomiende. O sea, si el tricolor o alguno de sus agentes me dice: “¡Tómate esto, es buenísimo para tu salud!”, lo que voy a hacer es evitar el brebaje en cuestión como si fuera arsénico, porque lo más probable es que sea arsénico.
De igual manera, la credibilidad del PAN está deteriorada al punto de que tampoco es descabellado tomar la dirección opuesta a la que nos exhorte a encaminarnos.
Por último: en la misma proporción de su insistencia, hay que oponerles resistencia. O bueno, al menos es lo que yo recomiendo y hago. Si su gusto es comprar a pie juntillas lo que dictan los líderes de nuestras ínclitas fuerzas políticas, PRI y PAN, pues adelante.
Y que conste una última vez: No es que en consecuencia de estas reflexiones quiera convertir a nadie en “amlover” (como si se pudiera). Sólo quiero que recuerde la última vez que PRI y PAN se aliaron en una causa de bien común para México. ¿Ya? ¡Gracias!
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