Javier Duarte, la lentitud de la justicia
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Conforme pasan los días se van conociendo más actividades que describen el grado de descomposición que fue tomando la administración pública en Veracruz, durante el mandato de Javier Duarte. Pero también denota la lentitud de las autoridades para aplicar la justicia.
Hoy, parece que pocos políticos –por no decir que ninguno, incluidos los mismos priístas— meterían las manos por el exmandatario originario de Córdoba.
El comentario viene a colación ante la información que comenzó ayer a divulgarse sobre una nueva orden de aprehensión que se ha girado en torno al polémico exmandatario que está por cumplir cinco meses como prófugo de la justicia.
Los abusos en la administración pública de Duarte han quedado exhibidos una y otra vez en la prensa nacional y en los diagnósticos que organismos como la Auditoría Superior de la Federación han presentado sobre la situación que priva en las finanzas de esa localidad.
Más allá del desorden administrativo que pudo dejar en cuanto al gasto en diferentes rubros, hoy las autoridades lo incriminan también por no coadyuvar con el árbitro electoral para generar una atmósfera correcta para el desarrollo de las elecciones.
Para ser claros: la Fiscalía Especializada en Delitos Electorales (Fepade) lo culpa de ensuciar las elecciones de junio del año pasado.
Ejemplos como el de Duarte describen la generación de algunos mandatarios que creen ser figuras con el suficiente poder para evitar los contrapesos.
Duarte, por supuesto que no es el único caso. Hoy vemos que la gran mayoría de quienes dejan su cargo como Gobernador terminan por lo menos en la sospecha de cometer algún delito.
Además de Duarte, al menos hay cinco casos de gobernantes que dejaron el poder en los últimos dos años y que, de una u otra manera, existe la duda sobre su posible comisión de delitos.
Algunos de ellos ya están siendo investigados por autoridades locales e incluso federales.
Y esta situación no es privativa de un partido o fuerza política. Militantes de todas las fuerzas han tenido que acudir a juzgados para pelear por su inocencia.
Algunos de ellos —los menos— no han conseguido demostrarla y han terminado en una celda, como ha sido el caso del panista Guillermo Padrés, exmandatario de Sonora.
Es cierto, conforme pasan los días las presuntas trapacerías cometidas por Javier Duarte han sido retratadas de mejor manera y dejan abierta la duda: ¿de qué tamaño fue el desorden que dejó Duarte?
Sin embargo, también con el paso del tiempo se ha exhibido la lentitud de la justicia… si es que algún día llega para el pueblo veracruzano.