Hablemos de Dios 46
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Es o fue tan difícil hablar de Dios, como en ocasiones es tan difícil no hablar de él. Hay un libro bueno al respecto, al que por falta de tiempo y espacio ya no hubo oportunidad de abordarlo: “¿En qué creen los que no creen en Dios?” Buen libro.
Decía en esta despedida de la saga de hablar de Dios sabatinamente fue difícil hablar de Dios. A ciegas, nunca lo voy a hacer. Para mí es fundamental la razón y la inteligencia y, por lo demás, Dios está siempre oculto (Salmos). Los griegos, lo vimos en una columna, le dedicaban incluso un nicho, un altar o pedestal al Dios desconocido (Pablo en el Areópago). ¿Con cual Dios quedarnos?
En esta andanza y búsqueda que emprendí de Dios, revisé (releí por varios motivos) tres libros que tengo del psicólogo vienés, el doctor Víctor L. Frankl, el padre de la logoterapia y sobreviviente de varios campos de concentración en la Alemania nazi.
¿Creía en Dios? Sí. Lo dejó por escrito de la manera más racional (en un mundo irracional y bestial) que jamás he leído. Muchas de las ocasiones hablaba de azar y casuística, situaciones que se fueron anudando hasta llegar vivo al final y ser liberado a lo que en ocasiones escribió: cualquier humano puede llamarle también, si le parece, un milagro.
Habla de los valores supremos del ser humano, como la dignidad y la total libertad del hombre; libertad que llega al punto de que es libre de decirle a Dios que no. Así de sencillo y complicado. No. Y este argumento es tempestuoso. No es Dios –de existir, vaya; ya ve que hasta en este final sigo con mi fe rota y en búsqueda– quien debe de darle sentido a su vida, lector (aunque usted es libre de caminar por ese sendero mudo y ciego); usted como ser humano es el único responsable y autorizado para darle sentido. Así lo dice el doctor Frankl y le creo. Aún al día de hoy, como presumen los hermanos cristianos, no me “habla Dios” y me dice “ve y haz esto”. Es fácil evitar toda responsabilidad y hacer caso a un factor externo, pero el ser humano se cumple cuando toma las riendas de su vida y responde de frente. Contesta a dudas y preguntas con un atributo: “responsabilidad”.
Por lo anterior, la educación y el vacío existencial están hoy al frente como fieras. Es decir, si los profesores (o funcionarios estatales o municipales) transmiten mediocridad, abulia y desdén a sus alumnos (ciudadanos), éstos serán esponjas en el mensaje. Fracasarán igual que ellos. De aquí el vacío existencial –que no religioso– de hordas de jóvenes que, al menos en Saltillo y en Coahuila, se suicidan por puños.
¿Dónde está Dios aquí?
Esquina-bajan
Cada vez que llevaban a los hermanos, padres, primos, parientes de los prisioneros al matadero, en las terroríficas cámaras de gas en los campos de concentración nazis, al cuestionarle al dr. Víctor L. Frankl (era judío) que dónde estaba Dios en ese momento, éste les contestaba: pues de existir Dios, allí va precisamente, en cada uno de ellos. Va a la muerte. ¿Dios le puede dar sentido a su vida lector? Pues agárrese de ello. ¿Un profesor puede darle sentido a la vida de los alumnos? No. ¿Un psicólogo puede darles sentido de vida a sus pacientes? No. Usted y nadie más que usted es el indicado para darle sentido de vida a su propia vida. Y si en ésta está Dios, pues creo que la fortuna le sonríe.
El otro lado de la moneda creo que lo tocamos todo el año, es decir, puede ser usted muy religioso, puede hablar de Dios todo el tiempo, puede usted ir a bailar y cantar a su templo favorito todos los domingos, puede usted decirme que estoy equivocado porque usted sí “siente a Dios” e incluso habla con él. Pero ¿qué queda de ello cuando el lunes le miente a sus empleados y les paga no lo convenido?, ¿cuando no les paga aguinaldo ni los tiene registrados en el Seguro Social y les escamotea su salario justo?, ¿cuando usted colabora y avala con su silencio a un Gobierno corrupto como el de Coahuila?
Pues sí, es aquello de Isaías, capítulo 29:13: “Este pueblo dice que me ama, pero no me obedece: me rinde culto, pero no es sincero ni lo hace de corazón”. ¿Ya ve que no es tan fácil decir a lo rápido que uno está bien con Dios? Aún hoy nos preguntamos si decidimos con el espíritu o con el instinto. Cuántas veces en el día decidimos mediante el instinto o mediante el espíritu. Para ser responsables no necesitamos de Dios. Karl Jaspers decía: “Decide lo que va a ser”. Y el ser humano cumple su sentido cuando decide libremente, cuando es responsable de sus decisiones.
Letras minúsculas
Y tal vez, y sólo tal vez, a esta responsabilidad y sentido de vida podemos llamarle Dios. Tal vez. En un mundo de fauces abiertas, ser libre y responsable puede ser igualar a Dios.