Gestión personal
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La persona que no hace lo que le gusta, difícilmente logrará altos niveles de excelencia, excepto que, en el proceso, haya aprendido a gustarle lo que hace.
“Un hombre que se iba al extranjero llamó a sus siervos y les encomendó su hacienda: a uno dio cinco talentos, a otro dos y a otro uno, a cada cual según su capacidad; y se ausentó. Enseguida, el que había recibido cinco talentos se puso a negociar con ellos y ganó otros cinco. Igualmente el que había recibido dos ganó otros dos.
En cambio el que había recibido uno se fue, cavó un hoyo en tierra y escondió el dinero de su señor. Al cabo de mucho tiempo, vuelve el señor de aquellos siervos y ajusta cuentas con ellos. Llegándose el que había recibido cinco talentos, presentó otros cinco, diciendo: Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes otros cinco que he ganado. Su señor le dijo: ¡Bien, siervo bueno y fiel!; en lo poco has sido fiel, al frente de lo mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. Llegándose también el de los dos talentos dijo: Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes otros dos que he ganado. Su señor le dijo: ¡Bien, siervo bueno y fiel!; en lo poco has sido fiel, al frente de lo mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.
Llegándose también el que había recibido un talento dijo: Señor, sé que eres un hombre duro, que cosechas donde no sembraste y recoges donde no esparciste. Por eso me dio miedo, y fui y escondí en tierra tu talento. Mira, aquí tienes lo que es tuyo. Mas su señor le respondió: Siervo malo y perezoso, sabías que yo cosecho donde no sembré y recojo donde no esparcí; debías, pues, haber entregado mi dinero a los banqueros, y así, al volver yo, habría cobrado lo mío con los intereses”. (Mateo 25:14-30)
Punto de partida
Peter Drucker, apuntó: “el éxito en la nueva economía del conocimiento les pertenece a las personas que conocen sus propios puntos fuertes, sus valores, y sus formas de rendir mejor”.
Esta propuesta es interesante, ya que en su esencia reside el concepto de la administración que ofrece grandes posibilidades para que cualquier persona que quiera salir adelante, esto siempre y cuando comprenda un concepto que Drucker denomina “automanagement”; es decir: “auto administración”.
Este autor propone: “los desafíos de gestionarse a sí mismo pueden parecer obvios, cuando no elementales. Y las respuestas pueden sonar evidentes hasta el punto de parecer ingenuas. Pero gestionarse a sí mismo requiere de cosas nuevas y sin precedentes por parte del individuo, y en especial del trabajador del conocimiento”.
Efectivamente, al investigar a los grandes personajes de la humanidad Drucker descubrió que independientemente de la innata genialidad de estas personas, gran parte de sus éxitos lo determinó el hecho de que supieron administrase a sí mismos, basándose principalmente en sus talentos, lo que nos recuerda la parábola referida al inicio de esta entrega; es decir, supieron multiplicar lo ya recibido, nunca lo guardaron y jamás se centraron en sus debilidades.
El punto que propone es sencillo: en la vida es necesario ubicarse en la posición en donde cada persona pueda generar la mayor contribución, en donde sus talentos encuentren tierra propicia para crecer y dar frutos.
Puntos fuertes
La mayoría de las personas no conocemos el potencial de las fortalezas pero intentamos, en primera instancia, desarrollarnos minimizando las debilidades conocidas lo cual, según Drucker, es inapropiado. Más bien – propone él -, hay que centrarse en los talentos.
Ciertamente, no es sencillo descubrir los puntos fuertes, porque en la mayoría de las ocasiones estos se encuentran adormecidos o mutilados, paradójicamente debido al proceso educativo en el cual, desde pequeños, nos encontramos inmersos.
Los pasos
Entonces, el primer paso que propone Drucker para auto gestionarse reside en descubrir los talentos personales, pero advierte que recorrer este camino es arduo, pues implica tiempo, análisis y retroalimentación. Implica horas de auto observación, de andar como detective tras los resultados de las decisiones significativas que tomamos. Proceso que requiere comparar la contribución personal con las expectativas; lo emprendido con los objetivos logrados.
Al respecto Drucker señala: “La comparación de sus expectativas con sus resultados también le indicará aquello que no debe hacer. Todos tenemos una gran cantidad de áreas en las que no contamos con ningún talento o habilidad y no podríamos llegar siquiera a ser mediocres. Una persona no debería aceptar trabajo en dichas áreas (…) No hay que desperdiciar esfuerzos en mejorar las áreas en las que uno no es demasiado competente. Lleva mucho más trabajo y energías perfeccionarse a partir de una incompetencia para llegar a ser mediocre que perfeccionarse de un desempeño muy bueno para llegar a ser excelente (…) Las energías, los recursos y el tiempo deberían dedicarse, en cambio, a transformar a una persona competente en un ejecutante estrella”.
Analizar el desempeño trae buenas noticias a pesar de ser un proceso lento, ya que los beneficios son sustanciosos: Ejercer este procedimiento descubre las actividades que hacemos o dejamos de hacer, revela las áreas en las que somos competentes y en las que simplemente no lo somos; sabremos lo que en verdad nos gusta hacer. Cabe mencionar que el autoanálisis lo implementaron con sus seguidores Calvino e Ignacio de Loyola, por ello sus empeños tuvieron éxito y trascienden hasta nuestros días.
El segundo paso consiste en concentrase en esas fortalezas para mejorarlas. Lo que implica, por un lado perfeccionarlas y por otro buscar nuevas técnicas y conocimientos que vigoricen y potencialicen esos talentos.
El tercer paso requiere de humildad para comprender que no sólo debemos aprender lo necesario para fortalecer esas capacidades, sino también aprender a desprender. Es aquí donde es necesario corregir los hábitos que conducen a la mediocridad.
¿Cómo?
Drucker comenta que muy pocas personas saben cómo hacer que las tareas se cumplan, por tanto fallan en la ejecución. Esto se debe a que trabajan con costumbres ajenas, lo cual prácticamente garantiza bajos rendimientos.
El cuarto punto se resuelve contestando las siguientes interrogantes: ¿Cómo me desempeño? ¿Cómo aprendo? ¿Trabajo bien con gente o me siento mejor trabajando en solitario? ¿Me desempeño bien bajo presión, o necesito un ámbito predecible y altamente estructurado? ¿Trabajo mejor en una gran organización o en una pequeña?”, es necesario comentar que muy pocas personas pueden trabajar bien en todo tipo de ámbitos.
El quinto paso es preguntarse: "¿Cuáles son mis valores?" Esto implica apegarse a la ética; es decir; las reglas que son semejantes para todo ser humano, mismas que son fácil de determinar; solo basta mirarse todos los días en el espejo y cuestionarse: "¿Qué clase de persona deseo ver en el espejo cada mañana?".
Finalmente, el proceso de autogestión implica saber a dónde pertenecemos en la vida, así como los músicos, cocineros, médicos y maestros desde muy tempranas edades lo descubren. Esto implica decidir en dónde no pertenecemos, que es lo que no se ajusta a nuestra propia naturaleza. Es claro: la persona que no hace lo que le gusta difícilmente logrará altos niveles de excelencia, excepto que, en el proceso, haya aprendido a gustarle lo que hace.
Metamorfosis
En este sentido, las carreras exitosas se gestionan cuando la persona se “auto administra”, cuando conoce sus talentos y desarrolla un método de trabajo que mejor se ajuste a su persona y valores, entonces estará en posibilidades para aprovechar las oportunidades que la vida le propone.
Si la persona sabe su lugar de pertenencia, puede lograr una metamorfosis: pasar de ser un alguien común –trabajador y competente pero, en otros aspectos, mediocre (por centrarse en minimizar sus debilidades) - a ser una un ejecutante excepcional, un profesional que basa su éxito en sus fortalezas, en esos personalísimos talentos que le fueron dados de gratis.
Saber gestionarse a sí mismo, implica honestidad, madurez y altos niveles de entusiasmo para jamás darse por vencido, voluntad para multiplicar los talentos recibidos y cultivar las virtudes.
cgutierrez@itesm.mx
Programa Emprendedor
Tec de Monterrey
Campus Saltillo