Frontera con Justicia, una necesidad
COMPARTIR
TEMAS
La violencia generalizada, la inseguridad, la pobreza, la desigualdad, los fraudes electorales, los periodistas asesinados, el tráfico de influencias, el doble discurso, la complicidad, la impunidad, la corrupción, los conflictos de intereses, el abuso de autoridad, el nepotismo, la mentira, los sobornos, los abusos de confianza, la corrupción, la transa, el desconocimiento de las leyes, la falta de confianza en las instituciones, la pasividad ante las formas ordinarias que utiliza el estado para promover la justicia, el soborno a funcionarios públicos, el abuso de autoridad, el desvío de recursos públicos para programas sociales, la falta de confianza en la clase política, la búsqueda intereses personales, de grupo o de partido; los problemas en la impartición de justicia, la deshonestidad y la indolencia como prácticas ordinarias de una buena parte de la sociedad mexicana; no son ni pueden ser bajo ningún motivo una práctica ordinaria, ni podemos acostumbrarnos a vivir con ellas. Aparecieron por la disfuncionalidad social y la debilidad del estado mexicano.
Acostumbrarse a vivir así, sería en este momento tocar fondo. En Eichmann en Jerusalén, un estudio sobre la banalidad del mal escrito en 1961, la escritora Hannah Arendt aborda el tema del juicio a Adolf Eichmann. Personaje enigmático que trabajaba en el Departamento de Emigración Judía, desde donde planeaba el transporte hacia los guetos y campos de concentración. Un hombre obediente hasta el exceso que formó parte del engranaje de exterminio del sistema nazi y que en síntesis no tiene conciencia de que ésta obrando mal.
Bajo el supuesto de que el que obedece no se equivoca que es una máxima que asume el soldado, Eichmann comete cualquier cantidad de crímenes y en opinión de Arendt, no era un desequilibrado sino simplemente un empleado del gobierno fiel y leal a las órdenes de Hitler. Un hombre irracional, sin conciencia e incapaz de reconocer en los otros la dignidad que posee cualquier alemán y cualquier ciudadano del mundo.
Hablar de la banalidad es hablar de lo frívolo, de lo insignificante, de lo superficial, de lo trivial, de la irreflexión, de la falta de escrúpulos, del sin sentido de no tener un filtro de conciencia bien formada, pero particularmente de carecer de autonomía, autodeterminación y libertad para decidir en favor de la justicia. Banalizar el mal tiene que ver con el tema del error común, de acostumbrarnos a un estatus quo establecido que no es y bajo ningún motivo podrá ser “lo normal” o lo esperado. Lo malo siempre será malo aunque todos lo practiquen y lo bueno será siempre bueno aunque nadie lo practique. No se pueden trivializar, ni frivolizar las malas acciones que cometemos los seres humanos en contra de otros semejantes. Cuando se han realizado, tales acciones, ha habido efectos devastadores.
Pasa lo mismo con el caso de los migrantes, un sector de hermanos nuestros que han sido permanentemente invisibles a las autoridades mexicanas, a pesar de que nuestro país ésta adherido a la ONU y a cuantos tratados les han puesto en la mesa desde su creación en 1948. Migrantes que no han sido beneficiados por el artículo 13 de la Declaración Universal de Derechos Humanos que válida el tránsito de cualquier ser humano en cualquier estado de los 195 adheridos al organismo internacional, porque existen el derecho de tránsito, pero las naciones se reservan el derecho de admisión.
De esta forma, muchos connacionales nuestros, sufren la hipocresía de la interpretación de las normas por parte de los países involucrados y la carencia de una reforma migratoria que los proteja. Y a su vez una buena cantidad de hermanos hondureños, guatemaltecos, salvadoreños y de otros pueblos centroamericanos sufren los embates de las policías municipales, estatales y federales mexicanas y la violencia desmedida de la delincuencia organizada.
Seres humanos que sirven de negocio y como objeto de comercio ¿Dónde está la diferencia con la actitud de Adolf Eichmann? ¿Esa es la civilización, el progreso y el respeto por las normas internacionales? Toda persona tiene derecho a salir de
cualquier país, incluso el propio, y a regresar a su país afirma el artículo 13 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y con la Reforma Constitucional en México el artículo 1 dice a la letra que “todas las autoridades, en el ámbito de sus competencias, tienen la obligación de promover, respetar, proteger y garantizar los derechos humanos de conformidad con los principios de universalidad, interdependencia, indivisibilidad y progresividad. En consecuencia, el Estado deberá prevenir, investigar, sancionar y reparar las violaciones a los derechos humanos, en los términos que establezca la ley” ¿Ceguera, miopía o banalización del mal?
La criminalización de los migrantes ha sido una constante y muchos los consideran un problema. Aclaremos, la migración no es un problema, es un derecho. En Saltillo, los migrantes se han convertido en parte de nuestro entorno ¿Qué opinión nos merecen? ¿Cómo los hemos tratado? ¿Qué hemos hecho por ellos? Te recuerdo ningún habitante de Saltillo tiene sus orígenes en Saltillo. Ningún poblador del continente americano tiene su origen en el continente americano, todos llegamos de otros lados, en ese sentido todos somos migrantes y por lo tanto debemos respetar a los migrantes.
Pidamos consejo a las universidades, al estado, a las iglesias, a las familias, a las organizaciones y a las empresas a la Casa del Migrante, Frontera con Justicia A.C. quienes han sabido responder a esta banalización con compromiso y solidaridad. Hace 14 años se fundó la casa para palear las injusticias cometidas en contra de los hermanos migrantes en su tránsito en la búsqueda de cumplir sus sueños como los que tienes tú, yo o quien sea.
Una casa que existe porque el mundo no es como debiera ser, porque lo que pasa no es lo que debiera de pasar, porque las autoridades no hacen lo que debieran hacer y porque las leyes no se cumplen como debieran cumplirse. Una casa que existe porque el camino es complicado y en boca de los migrantes un infierno al comenzar su tránsito en la frontera sur y al llegar a la frontera norte.
Una casa que existe porque los empresarios y dueños de los trenes en México piensan que la dignidad humana solo la tienen los que poseen una credencial de elector o una acta de nacimiento expedida en territorio nacional. Empresarios que en su idea de responsabilidad social, pusieron al servicio de la población rural los trenes de la salud, pero que no han tomado las medidas suficientes para que en los trayectos migratorios dejen de ser trenes de muerte y de injusticias.
Finalmente una casa que es un remanso de paz, de seguridad y de volver a tomar fuerza, porque el trayecto aun es largo y los sueños son muy grandes. Tenemos mucho que aprender de Juan José Villagómez, Lupita Arguello, Alberto Xicoténcatl, Pedro Pantoja y los voluntarios que día tras día buscan restituir la dignidad perdida en el camino a muchos hermanos centroamericanos en tránsito.