Fábrica de recuerdos
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Vaya decidiendo qué capítulos de su vida quisiera borrar, editar o incluso crear, pues estamos ante la posibilidad de la creación de nuevas versiones de nuestro viejo yo
Imagine la posibilidad de poder recordar u olvidar algo… Hubiera sucedido o no. De olvidar lo que lacera su espíritu. De borrar de su memoria un sueño frustrado o una tragedia personal. O mejor aún, el recordar como si fuera real un logro inalcanzado o transformar al menos en el recuerdo, un amor imposible en posible.
Para la ciencia, la memoria es entre los fenómenos de la conciencia, un milagro temible y misterioso. Como fiel centinela del cerebro, la memoria está ahí para señalarnos el pasado, y aunque a veces selectiva, no la podemos alterar aunque los recuerdos lo hagan a diario con nosotros. La memoria es la máquina del tiempo que la naturaleza nos dio, una especie de cicatriz que nos recuerda que todo el pasado de felicidad, tristeza y a veces de dolor, fue real.
Hasta ahora, la implantación de recuerdos sucedía solo en películas de ciencia ficción como “Inception” del director Christopher Nolan. Eso fue hasta que científicos del Instituto Tecnológico de Massachusetts encabezados por el doctor Susumu Tonegawa, Premio Nobel de Medicina, encontraran un método para hacerlo. Su investigación publicada en la revista “Science”, afirma que han creado una “Fábrica de recuerdos”, diseñando a medida, falsas memorias en ratones de laboratorio. El equipo, fue capaz de condicionar el que estos animales se comportaran con miedo en un ambiente que era diferente de aquel en el que en realidad habían sido expuestos.
Explican que para lograrlo, localizaron e identificaron las células responsables de la memoria específica y que al activar estas células, dejaron una huella que hace posible el seguimiento de su actividad. Se trata de un marcador neuronal y para ello utilizaron una técnica llamada optogenética que emplea la luz para encender y apagar la actividad de las células cerebrales específicamente en el hipocampo, el área del cerebro que desempeña un papel destacado en la formación de nuevos recuerdos.
El complejo y detallado experimento que los investigadores califican como un hito científico, se resume en que aislaron la memoria individual en el cerebro de un ratón mediante el etiquetado de las células y la inducción de recuperación de la memoria a voluntad forzando esas neuronas. Después, se estimularon las neuronas artificialmente para hacer asociaciones entre eventos y entornos que no tenían lazos en la realidad. En esencia, instalaron un interruptor artificial para implantar un nuevo pero “falso recuerdo” y consiguieron borrar el “recuerdo real”.
Los responsables de la investigación, indican que en pocos años esto podría ser aplicado en los seres humanos, un hecho que alteraría nuestra comprensión de los aspectos físicos y neuronales de la memoria, porque además de ser capaces de reconvertirla, también podrían apagarla, personalizarla y editarla. Piense en todas aquellas personas que sin el recuerdo de un pasado doloroso, podrían actuar mejor con sus semejantes. Y es que esta tecnología podría aliviar el trastorno de estrés postraumático, borrando de la memoria lo que nos hace sufrir y también podría tratar ciertos tipos de depresión mediante la transformación de recuerdos negativos en positivos.
Así que vaya decidiendo qué capítulos de su vida quisiera borrar, editar o incluso crear, pues estamos ante la posibilidad de la creación de nuevas versiones de nuestro viejo yo, un cambio fundamental de uno de los aspectos más importantes de los seres humanos: la profunda relación que sostenemos con nuestro pasado. Para algunos, resultaría liberador, para otros aterrador. Y es que para bien o para mal, nuestros recuerdos y la percepción que tenemos de nuestro pasado, han creado nuestra personalidad actual. Tenga en cuenta que el pasado es la fuerza que impulsa a muchos a seguir adelante; mientras que para otros, la memoria solo funciona hacia atrás.
En lo personal, y una vez convencido de que es imposible poder ir al pasado sin salir ileso, me conformaría con eliminar una buena cantidad de recuerdos de años recientes. Quién diría que estamos cerca, muy cerca de jubilar lo que escribiera el Maestro Joaquín Sabina en su canción “Con la frente marchita”, cuando dice: “No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca, jamás, sucedió”.
@marcosduranf