Este Gobierno y su legado vacío (3/3)
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Estaba por arrancar campaña para ser Gobernador. Puesto donde su hermano, ahora se ha dicho pero siempre se sospechó, lo puso.
16 de mayo de 2011. El Teatro de la Ciudad lucía lleno de invitados, todos seleccionados pasando dos o tres filtros. En las butacas, las opiniones se dividían por el eslogan “Más Mejor”. Aquellos eran tiempos de expectativa.
Quien todavía es Gobernador, para el quinto párrafo de su discurso, fijaba sus referencias: “Aquí gobernó Andrés S. Viesca el que derrotó al imperio; también Carranza, vigilante incansable de la legalidad y adversario del usurpador; Braulio Fernández Aguirre, que con sensibilidad y temple enfrentó momentos duros para la entidad y con buena mano y mucha política demostró que la unidad de los coahuilenses es la mejor herramienta para generar desarrollo; lo hizo también Eulalio Gutiérrez Treviño, el gobernador de los campesinos”.
Resonó como un llamado a la eternidad. Como si el nombre, el suyo, estuviese destinado a perdurar unos 100 años: así lo anunció con eso de la nueva Constitución. Como si su apellido fuera a ser recordado junto al de Viesca o Carranza; el de Fernández Aguirre o Gutiérrez Treviño.
Y será recordado, claro. Pero por razones muy diferentes: un Gobierno de legado vacío.
Para ser Ejecutivo, suplió copiosamente al Legislativo: presentó tantas iniciativas que hasta cansado es contarlas. Algunas de ellas, con fines enteramente cosméticos; otras, con la promesa de crear instituciones a favor de los coahuilenses. Ha pasado el tiempo y, entre ambas, no hay diferencia.
Derroche de tinta, letras muertas. Muchas leyes, pocas nueces.
¿Hay quien se acuerde, por ejemplo, de la Defensoría para la Protección y Promoción de los Derechos de los Contribuyentes (Deprodeco)?
Si se le pregunta a la Secretaría de Finanzas (la Defensoría sería un órgano desconcentrado de estos rumbos), lo único que atinan a decir (SEFIN/UT/257/2017) es algo así como busque en su página de internet o vaya a sus oficinas. Y, al menos por el internet, no se le sabe actividad después de diciembre de 2014.
¿O qué sucede con el Consejo General Ciudadano para Fomentar la Cultura del Emprendimiento e Impulsar a los Emprendedores? Parece que tiene un nombre más largo que su propia existencia. En la Secretaría de Desarrollo Económico, Competitividad y Turismo reconocen (SEDECT/UT/046/17) que no tiene presupuesto autorizado por ejercer.
¿Organismos y organizaciones “zombi”? Algo así como que viven, pero en realidad están muertas. No es descabellado: recuérdese que este Gobierno entregó por un tiempo escrituras vía una oficina que no existía legalmente. Así la administración que prometió eficacia.
Se acabó el sexenio y, apenas, se administró la inercia.
En aquél discurso de mayo del 2011 hubo el compromiso de legislar el llamado voto de censura “para cuando el Congreso determine los secretarios que no cumplan con su trabajo sean removidos”. ¿Y? Nada. De los secretarios también se dijo que serían, todos y por siempre, ratificados por el Congreso. ¿Y luego?
Se dijo también que habría permanente coordinación con Durango, Nuevo León y Texas en materia de seguridad. ¿Realidad? Al vecino norteamericano ni oficios le enviaron y, con los mexicanos, lo regular fue algo muy diferente a los acuerdos.
Palabras vacías. Promesas de viento. Firmas sin valor.
En aquel discurso, el ya citado aquí, el por ahora Gobernador terminó diciendo: “En mi juventud decíamos que, para hacer las cosas, lo único que hacía falta es un poco de amor. Yo sigo pensando así”.
Visto el resultado, ya se sabe qué faltó.
@victorspena