Escritura de frontera en Ciudad Juárez
COMPARTIR
TEMAS
“Un agente sospecha de ella / sospecha de él / de mí / sospecha de sí mismo y sobre todo sospecha del bebé / su trabajo sospechar / todo lo tuyo es sospechoso: tus lentes son sospechosos / tus libros son sospechosos / tu auto es sospechoso / el día nublado es sospechoso / la foto en tus documentos es sospechosa / tu apellido es sospechoso / tus orejas son particularmente sospechosas / las huellas de tus dedos / más que nada son muy sospechosas”
Fragmento. Omar Pimienta
Tres aeme. Aeropuerto de Mazatlán. Oscar David me dicta el poema de Omar. El mar está en algún lado pero desde aquí, casi presos, no lo vemos. Ni siquiera un aroma salado. Frente a nosotros Ismael dice que todo eso es verdad. Que lo vivió. Que cruzaba la frontera todos los días, para trabajar en la labor, en la pisca de hortalizas o para desmontar terrenos.
Este fragmento, es uno de los poemas de Omar Pimienta contenido en El álbum de las rejas, editado por Los Cuadernos de Mildendo, que fotografías y que es, entre otras cosas, un vivo testimonio para honrar la raíz paterna, a un hombre que, como muchos de nuestros padres, era lo que sabía hacer con sus manos.
Pienso en el territorio fronterizo y en la fuerza de hombres y mujeres que han construido estructuras visibles o emocionales para sostener, década tras década, a una frontera permeable, entreverada con agua, hojas y pelajes, con lenguaje que brinca cada instante la línea entre español e inglés. Pienso en el poderoso poemario de Sara Uribe: Antígona González que habla de una gran herida en México más visible en las ciudades fronterizas. Cito uno de sus poemas: “Yo también estoy desapareciendo, Tadeo. / Y todos aquí, si tu cuerpo, si los cuerpos de los nuestros. / Todos aquí iremos desapareciendo si nadie nos busca, si nadie nos nombra. / Todos aquí iremos desapareciendo si nos quedamos inermes, sólo viéndonos entre nosotros, viendo cómo desaparecemos uno a uno”.
En el aeropuerto avanza la ojerosa madrugada. Estoy en la línea. Todos formados. Cuatro aeme. Espero que me den alimento basura. Soy parte de los más de ciento setenta pasajeros varados. Nos desviaron hasta Mazatlán, a pesar de que ya eran visibles las líneas geométricas que delimitan la ciudad de Monterrey, nuestro destino original al salir de Ciudad Juárez. Que fue la niebla cerrada. Que no.
Que llegó el vuelo tarde y cerraron Monterrey. Que sepa la bola.
Horas atrás las piernas de algunos escritores cruzaron otra línea: un trazo a un lado de un monumento encalado señalando la división de la frontera entre Ciudad Juárez, Chihuahua y El Paso, Texas. Estuvimos en ese paisaje hecho de trozos, tajos y una cruz, entre apenas un puñado de pinabetes despeinados que resisten. El río Bravo al fondo y el sonido de vagones coloridos ferrocarril enmarcaban a una familia que vendía, a cielo abierto, frituras químicas, refrescos, mazapanes y algo parecido a chocolates. Al fondo el hombre de esa familia encendía el fuego para preparar pollos asados. Me dice que también del río sacan buenos peces para comerlos. Les compré mazapanes a cinco pesos cada uno.
Allí, frente a la réplica de la famosa casa de adobe que recuerda el albergue del gobierno provisional mientras derrocaban a Porfirio Díaz, se realizó el cierre del “Noveno Encuentro Internacional de Escritores. Literatura en el Bravo”. Escuchamos valioso lenguaje en poesía, cuento, novela, guión para comic y dramaturgia. Fue un encuentro altamente nutritivo que duró cuatro días, en donde convocados por Diego Ordaz y Francisco Arce, acudimos el pasado fin de semana, para reflexionar sobre la literatura de frontera y conocer a través de la charla con poetas que allí radican, la realidad vivida.
Juandaniel Ozuna, Sylvia Aguilar, Omar Pimienta, Andrea Cote, Mercedes Luna Fuentes, Nabil Valles, Xóchitl Sequeira, Jasminne Méndez, Daniel Espartaco, Vickie Vertiz, Luis Aguilar, Daniel Chacón, Noel Cisneros, Miguel de la Cruz, Rolando Aguilera, Franco Felix, Oscar David López, Sara Uribe, Nora Coss, Azucena Hernández, Rubén Macías, Daniel Salinas Basave, Nylsa Martínez, Martin Camps, Oswaldo Zavala, Sylvia Aguilar, Marcos Rodríguez Leija, José Luis Rico, JJ Aboytia, Homero Ríos, Marisol Vera Guerra y Edgar Saavedra. También estuvieron presentes los traductores y escritores John Pluecker, Anthony Seidman y David Shook, quienes son puentes de lenguaje para poetas e indígenas de nuestro país. En este encuentro se rindió homenaje al escritor chicano Jimmy Santiago Baca.
claudiadesierto@gmail.com