Era Trump
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Era Donald Trump el bueno para ganar la elección, pero en México nos dimos cuenta demasiado tarde. Ahora está empezando la Era Trump y nos toma desprevenidos. Hay algo que se acerca al pánico total.
En su discurso inaugural de 16 minutos se comprometió a devolver el poder al pueblo americano, y se ostentó como un patriota respetuoso de Dios. Condenó a los políticos de Washington por ser mucho discurso y poca acción.
El contexto de la llegada de Trump queda claro. La democracia representativa está desgastada, choteada. Cumple ya casi 230 años. Es el sistema democrático de gobierno inventado en Estados Unidos, el cual se ha copiado por todo el mundo. Pero ya no funciona.
Trump podría reinventar el gobierno, acabando con las soluciones caras y burocráticas; es lo que a mí me causa optimismo. Si él lleva a cabo una revolución en la gobernanza nos podría señalar el camino a nosotros. Nuestros agentes de cambio Vicente Fox y Jaime Rodríguez dejaron ir su chance y México está más atorado que nunca.
Si Trump logra su revolución de la eficiencia gubernamental tendremos que volver a copiarlo, pero espero que ahora sí bien copiado.
Trump es el enemigo número uno del lonche gratis. Por un lado ha anunciado dejará de cuidar las fronteras de otros, para empezar a cuidar la propia. Dejará de equipar ejércitos extranjeros para fortalecer el suyo. En el terreno de los individuos, va a generar mano de obra en infraestructura, en vez de dar subsidios a los pobres a cambio de nada.
Es un enemigo del populismo izquierdoso y clientelar practicado por Barack Obama, por Dilma Rousseff y del que nos espera si encumbramos al taimado pejelagarto AMLO.
Qué hará México en la Era Trump es un misterio preocupante. Nuestro gobierno es de risa.
Enrique Peña no sabe leer, Aurelio Nuño no sabe hablar, Miguel Osorio Chong está ciego, y Luis Videgaray está sordo. Los tres aspirantes se están deschongando y por eso México carece de velocidad de respuesta. Peña no tiene equipo, y está tan rebasado que nos pregunta qué hubiéramos hecho después de que él metió la pata.
Que Trump es un negociador bravucón. Bien por él. Abrazar la tibieza genera mediocridad. Ahora nos urge preparar un Plan A y un Plan B.
El “Plan A” contiene el toma y daca con el Presidente de EU. Es el que pinta nuestra raya en la arena dicendo hasta aquí todavía jalamos. Más acá no. El “Plan B” es la alternativa a la solución negociada. Es por decirlo la vida sin Trump, o con Trump en contra. Si no tenemos un plan B para cortejar a los chinos o a los alemanes o europeos, entonces Trump nos sacará los ojos.
Los mexicanos estamos apanicados por Trump porque sabemos que el Gobierno de Peña no sólo no gobierna, sino que estorba. Yo no temo a Trump porque soy un enamorado del conflicto. Solo venciendo conflictos es como realmente se avanza.
La alternativa llamada “la paz comprada” resulta funesta a la larga. Compramos líderes de Pemex y la empresa está siendo liquidada. Compramos líderes en educación y en el Seguro Social para tener los peores servicios en dos áreas vitales.
Por último sería irresponsable de mi parte no advertir que Trump tiene la tentación de cerrarse comercialmente porque descubrieron una bonanza energética, la cual los podría convertir en exportadores de energía y eso les daría mucha autonomía.
Igualmente irresponsable sería no advertir que durante los últimos ocho años la migra americana “captura y suelta” en la frontera por órdenes de Obama. Hasta boleto de autobús les regalan a los migrantes para que lleguen a Chicago o Atlanta. Eso si se va a terminar de inmediato.
En conclusión: considero preferible enfrentarnos al gobierno mexicano corrupto que con Donald Trump. Contra Peña tenemos todo que ganar y frente a Trump todo qué perder. Esa es nuestra encrucijada mexicana en la Era Trump. Ah, y si creen que él empujará a López Obrador o que este es el antídoto para contrarrestar al recién estrenado presidente, entonces sí que México pasará de enfermo grave a deshauciado.
javierlivas@prodigy.net.mx