El susto y el gusto
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Se leían las pancartas en inglés.
Eran llevadas –en el día del juramento presidencial de EU– por los manifestantes. Con breves frases como: “no es mi Presidente”. Mientras se observaban todos los protocolos de la toma de posesión, ante una multitud, no abundante sino suficiente, la policía, en calles aledañas, contenía a los inconformes.
Es la ambivalencia coyuntural.
Son las dos vertientes del problema que abre oportunidades. Las dos caras del ajuste que tiene recortes y amacizamientos. Hay democracias perfectibles en que puede perder la mayoría, aunque rebase con millones de votos individuales.
Los que saben que son más no se sienten representados por quien fue elegido por la minoría. Soportan, con enojo, ese sistema de exprimir los sufragios de un Estado hasta darle sólo unos cuantos votos electorales proporcionados para la suma definitiva.
En la mirada del nuevo Mandatario fulguraban las prioridades: ¿más empleos? Entonces recoger las empresas que se han ido a dar trabajo a otros países. ¿Seguridad? Entonces levantemos la pared que ya no deje pasar a cualquiera. ¿Acuerdos y tratados desventajosos? Entonces revisarlos o suprimirlos porque se busca abatir endeudamientos y aumentar solvencia… y así sigue la lista de lo que se inicia en los próximos 100 días.
Los vecinos del sur estuvimos acostumbrados, por muchas décadas, a apoyos sustitutivos: venta de petróleo crudo para completar presupuesto en lugar de suprimir evasores de impuestos. Que el País huya de sí mismo con migración de mojados braceros indocumentados, en lugar de lograr un campo productivo. Capital privado especulativo más que productivo, o golondrino en busca de paraísos fiscales. Desigualdad a lo bestia desde el más rico del planeta hasta el más indigente y desnutrido.
La agenda vecina habla de orden y de ley para dar prosperidad integral a su nación. Todo eso repercute en nuestro propio desorden estructural y nuestros hábitos parasitarios. Y muchos lo ven como garrote, como amenaza, como tormenta, como calamidad.
Pero el susto puede convertirse en gusto si decidimos todos aprovechar esas decisiones de rectificación para cambiar nuestros modelos equivocados y viciados que han puesto el bienestar corrupto en mandatarios que no obedecieron el mandato, y sólo buscaron privilegios y enriquecimiento propio.
El próximo sexenio correrá al lado de los ajustes del país del norte. Puede hacer que lo que empezó con susto evolucione hacia el gusto de alcanzar autenticidad y justicia incorrupta, evitando delincuencia y negligencia.