El Santos de Zubeldía
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Luis Zubeldía es un técnico muy joven, quizás aún con edad de jugador. A sus 35 años ya ha dirigido a cinco equipos, sumando el actual Santos de Torreón, y nunca la ha tenido fácil.
Zubeldía ya ha generado suficientes anticuerpos para soportar la alta presión competitiva y ese humor visceral que suelen tener los clubes. Lanús, Racing, Barcelona de Guayaquil y la Liga de Quito no han sido cualquier cosa en su audaz trayectoria.
El DT se ha curtido en instituciones populares y de ambientes tormentosos, y en todas ha experimentado el duro desafío del aprendizaje. Sin embargo, ha trazado campañas destacables, dejando una huella indeleble no sólo en números y puntos, sino en el libreto que ha guiado a sus equipos.
A Zubeldía lo único que le falta es un trofeo. Se ha quedado en la puerta de la gloria un par de veces y ha llegado a Santos con la intención de saldar deudas propias y revitalizar a un cuadro que cayó en desgracia después del último título. Y el argentino, en eso anda.
Santos ha pasado de noche en el semestre anterior y aquel campeón quedó en ridículo. Sufrió un tremendo vacío después de la salida de Pedro Caixinha y la transición no le ha sido sencilla. El español Pako Ayestarán sólo fue un enlace entre la filosofía del portugués y esta reconversión que lleva adelante Zubeldía.
En cinco fechas, Santos ha demostrado que es otro al que venía jugando hasta hace poco. Al menos, desde el formato. Zubeldía impuso su idea basada en un 4-2-4 dinámico al que todavía, es cierto, le resta un buen tramo en su proceso de educación.
No obstante, las primeras muestras van en camino correcto. El equipo trabaja con una defensa zonal con dos laterales que se proyectan (Ibañez –lesionado- y Villafaña), y una línea que se complementa con dos centrales de buen porte (Izquierdoz y Araujo) para ganar presencia en ambas áreas.
A diferencia del dibujo que ofrecía Caixinha con volantes interiores, Zubeldía dispone de dos contenciones con tendencia a que uno vaya a presionar más sobre la salida adversaria (el “Pulpo” González) y otro más destructor (Molina).
Por los costados, dos mediocampistas externos con oficio y muchas diagonales (el chileno Rabello y Calderón), mientras que de cara al gol, el parado se completa con dos atacantes de la talla de Rentería y Tavares, siempre ligeros y peligrosos.
Este modelo de Santos articula mejor los movimientos, es más simétrico y más solidario. No le sobran luces, pero sí mucho sacrificio y convicción. Pinta para llegar más lejos de lo que quizás uno supone, pero el trabajo de Zubeldía necesita imperiosamente consolidarse sobre la marcha.
Santos tendrá mañana en el líder Rayados a un rival de características complejas. Una buena medida para percibir qué tan resistente es la coraza formateada por Zubeldía. Para los laguneros es una gran oportunidad de enviar un mensaje creíble y levantar la mano en señal de que están de vuelta.
Como dato, Santos irá por su triunfo 400 en la Liga en un contexto marcado por la coincidencia. Su primer triunfo en Primera División fue ante Tigres en la temporada 88/89 en el viejo Corona y ahora buscarán tatuar una cifra histórica frente a otro regio en su nueva casa.
Caprichos del destino que le inyectan un valor agregado a un duelo siempre estridente y que actúa como un elemento motivante para un equipo local que da la sensación de que, ahora sí, parece abrir los ojos.