El huracán Trump 2/2
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TEMAS
Allá por el lejano año de 1987, este escritor ya publicaba reseñas, poemas y críticas de libros en varios medios de comunicación. Tanto estatales como nacionales. En aquel entonces, recuerdo, lo hacía en VANGUARDIA y El periódico de Saltillo aquí en la ciudad. Por aquellos años leí con pasión y atención un libro que desató una polémica de proporciones épicas. Lo leí y lo reseñé bajo mi óptica, lentes y tamiz. El libro periódicamente vuelve a estar de “moda”, digamos, debido a su tema. Pero también regresa de moda por el valor del mismo libro, su profundidad, su tesis y sus letras. Hoy, una vez más, vuelve a mi lengua y mente: “Vecinos distantes”, de Alan Riding.
En aquel entonces, repito, década de los 80 del siglo pasado, el libro fue publicado por un periodista, Alan Riding, un reportero nacido en Brasil, pero educado en Inglaterra, quien desde los años 70 se dedicó a ser corresponsal en América Latina para los principales medios de comunicación impresos norteamericanos (The Economist, The New York Times…). Fruto de este trabajo y su conocimiento fue la publicación de “Vecinos Distantes” (Editorial Joaquín Mortiz, Planeta. 450 páginas). El libro es una crítica despiadada y una radiografía bien escrita sobre el pulso, el alma y la identidad de los mexicanos, tanto en materia política, económica, histórica, social, cultural e incluso ideológica. El libro provocó en aquella época una encendida polémica entre intelectuales mexicanos y sus pares norteamericanos. Recuerdo una aguda crítica a este volumen editada por Enrique Krauze en la legendaria revista Vuelta, del sabio Octavio Paz.
Para los que nacieron en lecturas apenas hace algunos años, les cuento que este libro es una especie de “papá” de muchas obras que posteriormente se editaron por el mismo estilo y temática, entre éstos se pueden mencionar: “México en la frontera del caos”, “Por una democracia sin adjetivos”, “Subversiones silenciosas”, “El prinosaurio” y otros que ya no recuerdo en este momento. “Vecinos distantes” hablaba sobre la escisión, no obstante la vecindad geográfica, entre dos naciones diametralmente opuestas: Estados Unidos y México. Vale la pena leer nuevamente el libro y retomar muchos de sus argumentos que en ese entonces incendiaron las páginas de diarios y revistas en los dos países. Aún conservo mi reseña del libro en aquellos años mozos que ya no volverán. Terminé aquella vez con la siguiente frase: ¿Vecinos?, sí; ¿distantes?, desgraciadamente también. ¿Trump debería cambiar ahora que va a ser Presidente y ser un buen vecino? ¿Por qué debería cambiar, por qué debería ser diferente?
Esquina-bajan
En 1984, Riding señalaba la infranqueable asimetría del poder que permeaba entre EU y México: “las diferencias de historia, religión, raza e idioma contribuyen a complicar (la) relación”. Líneas después, el periodista señalaría que nuestra vecindad le ha provocado a México un “trauma psicológico”. El trauma es tal y Riding tuvo razón hace 32 años, que las elecciones de Estados Unidos fueron vistas y seguidas aquí como si fuese nuestra vida misma. Al parecer lo dijo primero (se le atribuye la frase lapidaria y sanguinaria a él) el tirano Porfirio Díaz: “México, tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos”.
El patio trasero a pocos o nadie importa. Riding escribió: “Las clases medias en México (…) adoptan con entusiasmo y muchos admiran abiertamente las virtudes estadounidenses (…) la honradez, la eficiencia y la democracia (…) que parecen faltar en México” (página 377). Y hoy, esta clase media que pulula en las redes sociales siempre ha tenido esa vana ilusión de parecerse lo más posible a los vecinos del norte (EU). Imitan su capacidad de gasto, pero no su inteligencia; quieren y anhelan sus privilegios, pero no buscan su perseverancia y trabajo; esta clase media va de compras y vacaciones a EU en la búsqueda de imitar el ser yanqui (consumismo), no como una apuesta de vida, sino como triste parodia. Riding en su libro nos llamó la “sociedad materialista de la frontera norte”.
Yo pertenezco a un estrato de la sociedad mexicana (escritores, periodistas, obreros, campesinos, jornaleros; habitantes normales de las ciudades pequeñas de tierra adentro) que buscamos en nuestra propia identidad la solución a nuestro males y problemas. Tengo consonancia y congruencia con lo que fueron mis padres, sus raíces y legado (su mexicanidad) y de acuerdo a mi educación y formación, tengo consonancia, congruencia y firmeza con lo que soy. Lo que ahora soy. Lo que siempre he sido.
Letras minúsculas
Tiene razón Riding al deletrear en su libro que el grave problema de México son sus clases media y rica que están atrapadas “en un futuro sin raíces”. Donald Trump no va a cambiar. Eso es bueno.