El Gobierno 'independiente' conduce a la parálisis, y Coahuila no necesita otro sexenio empantanado
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A 88 kilómetros de Saltillo se ubica un laboratorio experimental llamado Nuevo León. Allá suceden experiencias de gobierno en tiempo real que perfectamente se pueden transpolar a Coahuila con el propósito de no repetir errores políticos. Me refiero, particularmente, a la gestión de Jaime Rodríguez Calderón, “El Bronco”, único independiente que ha ganado la gubernatura de un estado en el País.
¿Qué ha pasado desde que asumió el cargo en octubre de 2015?
Fácil: que Nuevo León, el motor de México, se desaceleró. En año y medio de administración el candidato carismático, popular y bien intencionado se ha topado con una realidad inédita: necesita, incluso más de lo que se cree, a los partidos políticos para lograr gobernabilidad.
Se trata de un juego de roles donde hay ganadores y perdedores, y también un asunto de arquitectura institucional. El Ejecutivo está legalmente acotado pues cogobierna con el Legislativo, espacio donde constitucionalmente radica el verdadero poder. Al no contar en este caso con una fracción parlamentaria que impulse sus iniciativas, ya no digamos mayoría simple para aprobarlas, el Gobernador es un simple pelele.
Y no se puede aislar. Por el contrario, tiene que interactuar con las bancadas. Con esa partidocracia que, durante las campañas, es electoralmente redituable desdeñar. Ahí es donde se produce la parálisis.
A solo un mes de tomar posesión, “El Bronco” tuvo que recurrir al veto en una disputa con el Congreso por la Ley de Coordinación Hacendaria. Los siete grupos legislativos, por su parte, aprobaron un punto de acuerdo para pedirle que no secuestrara las finanzas. Él, posteriormente, respondió con el mismo argumento a los diputados: “no pueden secuestrar al estado, es algo que yo no voy a permitir”, sentenció (El Norte, 06/12/15).
Los encontronazos entre ambos poderes han sido un fenómeno constante. En mayo del año pasado, Rodríguez Calderón acusó a los congresistas de “detener al estado” al no aceptar la reestructura de la deuda pública que solicitó, y amenazó con exhibirlos. En febrero de 2017, los legisladores manifestaron públicamente que le rechazarían cualquier propuesta de Procurador, aun sin conocerla, y sin que la haya enviado siquiera.
Pero aquí viene lo más importante: el asunto no queda en discusiones, se traduce a hechos que repercuten a los ciudadanos.
En 2017, por ejemplo, disminuyó 17.6 por ciento el presupuesto para inversión en obra pública de Nuevo León respecto al año anterior. Y en 2016 ya había bajado 13.8 por ciento a comparación de 2015. En lo que va de la gestión 2015-2021, por tanto, ha caído 31.4 por ciento.
Por si fuera poco, entre 2016 y 2018, el Gobierno del Estado dejará de ingresar 8 mil 147 millones de pesos como resultado de las decisiones de los representantes populares (rasuraron fondos y participaciones).
“El Bronco”, se ha dicho ya, ha sido la excepción a la regla electoral. Otros 27 aspirantes independientes después de él se han quedado en el camino y muy lejos de la victoria en 12 entidades durante 2016. En 2017 hay otros cuatro participantes: Hilario Ramírez, “Layín”, en Nayarit; Teresa Castell, en el Estado de México; y “Lucho” Salinas y Javier Guerrero en el caso que nos ocupa: Coahuila.
Nuestra entidad, cabe señalar, no necesita otro sexenio de parálisis gubernamental. La deuda pública contratada en el periodo 2005-2011 disminuyó el margen de maniobra de 2011 a 2017, donde las acciones fueron opacadas por el pago de intereses. Quizá la consecuencia más desastrosa de los excesos financieros sea que, durante el “moreirato”, empobrecieron alrededor de 175 mil personas.
En las circunstancias actuales no sería muy sensato agregar dificultades técnicas a las penurias económicas. Como se argumentó la semana pasada en este mismo espacio, Coahuila no es una isla donde sucederán cosas distintas porque sí. Un Gobernador independiente como Javier Guerrero no es recomendable por una sencilla razón: en el Congreso no nos representarán estadistas como Winston Churchill. Al contrario, en la curul se sientan personajes como Verónica Martínez o Melchor Sánchez con el objetivo de sabotear todo lo que no proceda de su partido, y parapetarse como grupo.
CORTITA Y AL PIE
Por lo demás, esa película ya la vimos a 88 kilómetros de distancia. Lejos de materializar aquello de “la raza manda”, en Nuevo León el experimento arroja que no gobiernan los entes intangibles, sino el sistema de partidos. Está probado. Se maximizó el impacto de los candidatos independientes al dotarlos de una ficticia superioridad moral cuando, en realidad, representan simplemente un medio y un derecho.
Ni el sistema de partidos es absolutamente negativo, ni es completamente positiva la vía independiente. Hay una escala de grises entre ambas posturas.
LA ÚLTIMA Y NOS VAMOS
Hoy más que nunca la política es necesaria. Eso de “menos política más carácter”, lema de la campaña de Miguel Riquelme, es una barrabasada y una invitación al autoritarismo. A Coahuila le hace falta un cambio de rumbo, pero definitivamente sólo podrá emanar de un Gobernador con fracción parlamentaria que impulse sus iniciativas. No de un independiente sin bancada en el Congreso.
@luiscarlosplata
Ver video de columna en http://www.vanguardia.com.mx/