Artistas se inspiran en el abrazo de la Laguna
Esta es una muestra que retrata la realidad y el encanto natural de ‘la perla de la laguna’
Cuando los creadores se sumergen en un entorno avasallador, la creatividad responde casi inconscientemente. “Asoladora atmósfera candente” resume en 45 piezas gráficas la forma en la que la Laguna envolvió a sus artistas y a los de otras partes del país.
La exposición, que fue inaugurada el pasado miércoles en el Centro Cultural Teatro García Carrillo, muestra una selección de los últimos 5 años de trabajo de los participantes del taller de producción gráfica “El Chanate”.
Siendo el primero en su estilo, este taller cumple 15 años funcionando en la ciudad de Torreón, abierto al público y a la comunidad artística que se desarrolla en la gráfica, en fechas recientes ha estado a cargo de Norberto Treviño.
La curaduría realizada por Talía Barredo García (responsable de Casa Purcell) y Treviño inspira su nombre en el poema “Idilio Salvaje” escrito por Manuel José Othón, donde describe la árida personalidad del desierto, uno que ha evolucionado aunque predomina en lo más básico.
“Los temas que desarrollaron los artistas fueron influenciados por la laguna de una manera que no era visible, porque no se les dijo que hacer o que hablaran del desierto, sino que cada quien expresa su individualismo, su personalidad y su trazo, porque es imposible ir a un lugar como Torreón y no sentirse influenciado por los destellos visuales que existen”, explicó Treviño.
La flora, la fauna, y la sociedad se ven reflejadas en distintas técnicas llevando a un discurso orgánico que, como indica el curador, es producto de los estímulos laguneros que van desde su cumbia hasta la efervescencia de la afición al Santos, sus colores, su clima y demás.
“Podrá ser que es una ciudad del desierto, pero es una ciudad en la que ya pasó el tiempo, ya pasaron los 100 años de Othón y es colorida, no gris. Es un desierto tropical muy imponente y todo eso influenció a los artistas que terminaron inspirándose en cosas muy sencillas, no rebuscadas”, señaló Treviño.
Y en esta evolución, la violencia que atravesó Torreón y el país entero no pasó desapercibida pues, de manera explícita aunque no obvia, también queda plasmada en “Asoladora atmósfera candente”, señalando como esta época marcó un despunte para el arte norteño.
“Es un proceso de un despertar de una sociedad, sobre decir lo que siento y lo que veo porque vi cómo trabajaron los artistas, escuché las pláticas y vi la reflexión a través del espacio y del arte, y creo que sí refleja la atmósfera que vivió Torreón, aquellos tiempos de recogerse”, dijo.
Los dos nortes
Norberto aseguró que la bandera del arte contemporáneo norteño realmente se ubica en Tijuana, pero que eso está lejos de significar que no suceden cosas interesante en otras ciudades.
“Digamos que a excepción de Tijuana, el norte no es una fuente de producción artística, porque son realidades diferentes, acá las distancias son más largas (3 ó 4 horas entre ciudades) y no ha habido una comunicación constante, a diferencia de Tijuana donde eso ha permitido que otras corrientes se mezclaran”, explicó.
Sin embargo él asegura que esta es una oportunidad para que los artistas del resto de las ciudades fronterizas tengan una expresión, por así decirlo, más honesta dada la lejanía de un ambiente que podría resultar limitante.
“Lo interesante es que esto se aleja del mercado y la exigencia de ese perfil que te pide una estandarización o una globalización, que te exige ciertos criterios o curadurías para poderte incluir en ese mainstream”, explicó.
Así es como los de acá tienen la satisfacción de no ser parte de una corriente de vanguardia, sino que se pueden permitir cosas como la reflexión del entorno y la exteriorización de sí mismos.
“Muchas veces se piensa que hay que ser universal y se pierde tu identidad al quererte involucrar en un mercado que ni siquiera te corresponde, te puedes desgastar por querer entrar en una seducción de lo que es el arte tal como se conoce”.
En esta muestra y en El Chanate, él asegura que se pueden observar propuestas sinceras, de individuos que se involucran de manera natural con su entorno y que se despreocupan por dar gusto a otros.
“Aquí vemos a gente marginal, hay expresidiarios, graffiteros, gente que no tiene espacio en una universidad o en un lugar formal. Muchos de ellos también son resentidos sociales que van y encuentran allí un espacio de reflexión, porque más allá de la producción se construyen diálogos entre personas diversas a las que nos une la gráfica”, finalizó.