Ecos de las elecciones
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TEMAS
El Congreso del Estado y el Cabildo Municipal se han convertido desde hace buen tiempo en una especie de “ábrete sésamo”, la fórmula mágica de “Las Mil y Una Noches” para ingresar a la cueva del tesoro. Todos quieren saber la receta para allanarse el camino y alcanzar una curul o una regiduría, dos de los cargos políticos mejor pagados en Coahuila, y en general en todo el País.
Recibir una jugosa dieta o salario, a la que se agregan toda clase de prestaciones y prebendas, parece ser la única razón que mueve a los diputados y regidores, y la explicación más viable a las luchas intestinas que en los partidos políticos protagonizan sus miembros para alcanzar una nominación como candidatos a diputados y, sobre todo, para lograr la designación a las curules plurinominales y a las regidurías de representación proporcional, para las cuales no se requiere un trabajo previo de proselitismo ni de campaña, sino simplemente ser el candidato que elija su partido para ocupar los primeros lugares en la lista respectiva.
El tema de los altos salarios que devengan los integrantes de la Legislatura y del Cabildo se ha venido tratando hace tiempo en los medios locales de comunicación, desde diferentes puntos de vista, y en las redes sociales aparecen constantemente textos que incitan a la gente a oponerse a las altas dietas y los gastos estratosféricos que representan los diputados federales para el erario. Sin embargo, las reglas del juego no cambian y la actitud misma de los aspirantes a tales cargos confirma que no es sólo la ambición de poder, y mucho menos el deseo de ejercer una vocación de servicio o de contribuir al desarrollo de la comunidad y a la resolución de los problemas que la aquejan, lo que mueve a los políticos a alcanzar tales cargos públicos. Parece que el objetivo es únicamente recibir un elevado sueldo a cambio de un magro trabajo, sobre todo en el caso de los diputados que, como es sabido, sesionan más o menos la mitad del tiempo que dura su encargo.
Es necesario poner freno a los salarios tan elevados que se recetan los mismos diputados y regidores del Ayuntamiento. La opinión pública empieza a cobrar peso y la conciencia ciudadana a intervenir en las acciones erradas de gobernantes e instituciones, exigiendo su corrección. Ya no será tan fácil cargar al erario sueldos no devengados, o exageradamente elevados. No olviden los diputados y los regidores que el juicio de Juan Pueblo puede acabar con una prometedora carrera política.
LAS NINFAS DE LA PLAZA
Quisiera hacer una precisión alrededor de la fuente de las Ninfas que desde 1930 adorna la Plaza de Armas de Saltillo, y que antes de eso engalanó por más de 20 años la Alameda. Hasta enero de 2013, cuando la fuente sufrió el embate de la grúa que retiraba la estructura del monumental pino navideño montado sobre ella misma, se creyó que su origen era europeo, y que las esculturas habían sido fundidas en bronce, sin que nadie se ocupara de desmentirlo, ni en la época de Flores Tapia, cuando se remodeló.
El lamentable accidente convirtió a la ninfa principal en 60 piezas desperdigadas por los alrededores. Ello motivó una investigación del reportero Livio Ávila, auspiciada por VANGUARDIA, y se supo entonces que la fuente fue creada por la compañía F. W. Fiske Ironworks, de Nueva York, y que fue fundida en zinc, un material mucho más frágil que el bronce, y que sólo el gran amor del escultor Alejandro Fuentes Gil por su ciudad le hizo poder reconstruirla.
La inexacta información anterior la había incluido yo en un artículo de 2010, a propósito del centenario de la fuente, y siempre se me cita. Posteriormente, el 27 de enero de 2013, escribí un segundo artículo con la información correcta, que nunca se cita: la fuente se fabricó en Nueva York, y sus esculturas son una aleación de zinc.