Del muestreo al sufragio
Se pregunta para buscar respuestas.
Alguien inventó el muestreo. La gente mal o bien escogida, o interrogada dejándolo todo al azar, dice sí o dice no. Expresa su preferencia en ese instante y se convierte en unidad contable para las sumas estadísticas. Si el interrogatorio fue matutino, quizá el mismo interrogado tiene, ya en la tarde, una opinión diferente. No faltan quienes respondan sin autenticidad, improvisando o inventando. Se registra no una votación (que se da hasta ahora en este día que ya llegó), sólo queda anotada una intención, verdadera o falseada. La muestra se toma como reflejo de una totalidad, intentando disminuir márgenes de error.
El pronóstico electoral se apoya en esos datos así captados para que la gente sepa quién va adelante, quién tiene más probabilidades, cuál candidato parece el más aceptado, quién parece ganar en los estados que tienen más puntos asignados por su mayor o menor población. Porque allá no gana quien más votos tiene en total sino quien gana en doce estados de mayores puntos. El candidato que llega a los 270 puntos electorales tiene ganada la presidencia en EU.
El pronóstico suele chocar con sorpresas. Las posibilidades se hacen primero probables y después irrefutables. Los desaciertos estadísticos dan –estadísticamente– una alta barra de inexactitudes inesperadas. “Parecía que sí pero no fue así”. Así como hay mucho trecho del dicho al hecho y del plato a la boca se cae la sopa, del muestreo al sufragio no coinciden las cifras del conteo. Lo que parecía evidente y seguro se convierte en equivocación.
Acá, después de los sustos festivos de octubre con brujas primero y muertos después, ya en noviembre, se contempla hoy, con susto, ese vecino proceso electoral en plena andadura. Porque hay amenaza de trompadas: en el muro y en su pago, en los tratados y su cancelación, en los aranceles y su elevación, en los descartes generalizadores que ven criminales en los migrantes y se proyecta su deportación. Día de lluvia y truenos aquí en esta ciudad y zozobra hacendaria en las cúpulas de CDMX, por huracán posible que se muestra probable y no se quiere ver irrefutable.
No es corto el trecho entre el muestreo y el sufragio. Del plato encuestador a la boca de las urnas pueden las sopas de las suposiciones llegar o caer. Hasta el dictamen final, las tendencias pueden tener sucesivos empates y desempates. La sumadora estará sumando puntos hasta que suene la campana del ducentésimo septuagésimo, para ella o para él.
Para la empañada astucia financiera o para la salpicada experiencia política. El mundo latino del subcontinente enfrentará un huracán o granizada por todas las dependencias no evitadas y ambas crisis abrirán nuevas oportunidades como vientos contrarios que ayudan a… ascender…