De todo para todos
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El pasado martes 13 desayuné aquí en Saltillo con Miguel Riquelme y José María Fraustro. Ellos son, según de todos es sabido, destacados priístas. Antes había desayunado, aquí mismo, con Guillermo Anaya y Luis Fernando Salazar. Ellos son, según es sabido de todos, destacados panistas.
El miércoles 14, un día después de ese desayuno, presenté en Durango el libro “La Fuerza del Cambio”, de Rafael Moreno Valle, libro que ya había presentado en Monterrey y que presentaré dentro de algunos días en Puebla y en Oaxaca. Moreno Valle es un prominente panista. Antes hice la presentación aquí y en la Ciudad de México del excelente libro que sobre Coahuila escribió Javier Guerrero, quien figuró como candidato independiente a gobernador en la elección del pasado domingo 4. Por esos mismos días cené en Juriquilla, Querétaro, con Armando Guadiana Tijerina, candidato de Morena en esa contienda electoral.
Como se ve, tengo trato con las principales fuerzas políticas, o con casi todas. Eso es parte de mi tarea de comunicador. No hace mucho tiempo sostuve una conversación con el presidente de México, Enrique Peña Nieto, charla que duró toda la comida en que estuve sentado a su lado. Me dijo que es uno de mis cuatro lectores; me preguntó cómo hago para crear los nombres de mis personajes; quiso saber de dónde saco tantos cuentos, a qué horas escribo y cuánto tiempo tardo cada día en hacer mis columnas. Le agradecí al Presidente su interés en mi trabajo, y que me lea, como me dijo, en el periódico Reforma.
He dado conferencias lo mismo para el grupo parlamentario del PAN que del PRI. He recibido doctorados honoris causa de universidades de derecha, de centro y de izquierda. Fui a perorar a Guatemala invitado por un embajador de origen priísta, y hablé en Atenas, Grecia, por invitación de un embajador de origen panista.
En eso consiste en buena parte mi trabajo: en escuchar. Doy gracias a quienes desean hablar conmigo, de cualquier partido que sean, pues lo que de ellos oigo me ayuda a normar mi criterio de editorialista. Igual he sido invitado a Los Pinos por Ernesto Zedillo que por Vicente Fox, y ambos han estado en mi casa y en mi estación de radio.
Desde luego no falta algún priísta que se encalabrina porque hablo con un panista, y algún panista que pone el grito en el cielo porque hablé con un priísta. Yo hablo con todos con el mismo gusto, y a todos los escucho con interés igual. En eso consiste, creo, eso que se llama tolerancia. En eso consiste también eso que se llama buena educación. Lo demás son fanatismos de tiempos electorales que pasan y se van.
Doy gracias, pues, por las invitaciones que recibo. De todos aquellos con quienes hablo aprendo algo, y lo que me dicen me sirve para servir yo a mis lectores. Soy comunicador, y con todos me comunico.
Quiero servir a la tarea de comunicar, y no a la mezquina obra de propalar infamias. Eso es propio de espíritus menores. Yo me dedico a hablar para mi prójimo; a escribir para él. Y a oírlo. Tarea más bella me sería difícil encontrar. A eso me he dedicado durante 60 años. A eso me seguiré dedicando mientras Dios me dé salud y vida para hacerlo y mientras haya cuatro lectores que me hagan el grandísimo favor de leer lo que escribo; como tú, que leíste esta larga perorata. Te lo agradezco… FIN.