‘De corazón, no quiero ver a mi esposa en la cárcel’
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La historia que sigue entregando el matrimonio Vergara-Fuentes perfila convertirse en una serie de varios capítulos y temporadas. Un pleito de escenas decadentes entre dos personajes poderosos pero incapaces de superar las miserias de sus exitosas vidas de ricos. Un pleito Netflix.
El absurdo jurídico que dibujaron y ayudaron a dibujar en las últimas horas es de catálogo, un bonus track. Pintaron maravillosamente lo que las palabras han abaratado en el lugar común de que el estado de derecho no existe en México. O es un nido de ratas. O sencillamente un desmadre.
Le pregunté ayer a Jorge Vergara si la orden de aprehensión por administración fraudulenta en contra de Angélica Fuentes, que un juez de Zapotlán, Jalisco, de nombre José Efraín López Ramírez, libró el lunes, significaba lo obvio: que él había triunfado en el empeño de meter a la cárcel a su esposa, la madre de sus dos hijas. “Te lo digo de todo corazón, no la quiero ver en la cárcel”, contestó. “He estado intentando negociar con ella y no se ha podido. Por las niñas, estoy dispuesto a sacrificar muchas cosas, mucho dinero”.
Lo cierto es que Angélica es ahora una prófuga que se esconde fuera del País. Los abogados de Vergara no se tentaron el corazón al informar ayer mismo que la perseguirán donde sea necesario, mientras el dueño de las Chivas y Omnilife explicaba que ella pide más dinero del que se le debe y puede pagar, pero que “este es el momento de parar las cosas, porque hay 12 juicios penales en marcha”.
En buen romance: se arreglan o irá a la cárcel, aunque se le parta el corazón. Sets, tramoyas, actores judiciales estelares y de reparto, gastos, costas, viáticos y horas extras corren por cuenta del erario.
Y es ahí, en los juzgados, donde ocurre lo realmente extraordinario. El juez López Ramírez, que había sido señalado por la Judicatura de Jalisco por fuertes sospechas de corrupción, ordena meter a la cárcel a Angélica Fuentes. La Judicatura reacciona de inmediato y lo suspende para revisar esta nueva sospechosa actuación. Es probable que nunca vuelva a juzgar a nadie, pero Angélica está podrida. La sentencia se mantiene. No importa que quien la haya jodido sea el jodido juez López Ramírez.
Ella huye, Vergara dice que sufre, el juez queda marcado y la Judicatura sólo puede prometer que un día se acabará con la corrupción. Nadie gana.
Y así siguen pasando los años, las generaciones. Nido de ratas, teatro del absurdo, desmadre total.
-Te tengo que hacer la pregunta: ¿consentiste que tus abogados le ofrecieran dinero al juez López Ramírez?
-No, para nada, no lo haría –concluye Vergara en la escena final del capítulo.
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