Crímenes atroces: no sólo se requiere castigo
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Cuando la sociedad –cualquier sociedad– es conmocionada por un crimen atroz, como el perpetrado hace unos días en la ciudad de Torreón, la exigencia de que los hechos sean castigados debe ir necesariamente acompañada de la investigación multidisciplinaria de los hechos, pues estos requieren de un abordaje más amplio que el simple reclamo de castigo.
No es normal, desde luego, que una persona sea asesinada, cualquiera que sea la forma en que ello ocurra. Pero cuando el crimen es perpetrado con las características del caso de la jovencita Jessica, se trata de una anormalidad que debe categorizarse de forma particular.
De acuerdo con las autoridades, una de las líneas de investigación en el caso implica que los hechos hubieran ocurrido en el marco de un “rito satánico”, circunstancia que ha impactado a la comunidad lagunera, cuyos miembros exigen que se castigue de forma ejemplar a los presuntos perpetradores, a pesar de que sean menores de edad.
Sin duda la demanda comunitaria debe encontrar respuesta puntual en el derecho, y los castigos que eventualmente se determinen en contra de los responsables deben ser ajustados a la normatividad, pues justamente para evitar la venganza inventamos el derecho.
Pero más allá de eso, las circunstancias del hecho deben ser investigadas desde la perspectiva de disciplinas distintas al derecho, pues la sociedad necesita explicaciones respecto de cuál es el camino que se recorre para llegar a situaciones como ésta.
Es decir, necesitamos respuestas respecto de la forma en la cual se prohijan en nuestras comunidades individuos capaces de desarrollar “rituales” que implica el sacrificio de un ser humano.
¿Cuáles son los elementos sociológicos o antropológicos que van transformando la humanidad –si acaso en circunstancias como éstas puede utilizarse el término– de quienes terminan suscribiéndose a ideas que, con independencia de si son “satánicas” o de cualquier otra índole, se traducen en la realización de actos atroces?
Las respuestas que necesitamos en torno a estas cuestiones, las requerimos exactamente por las mismas razones por las cuales resulta indispensable recuperar y preservar la memoria de las matanzas ocurridas al amparo de la actividad del crimen organizado: necesitamos que no vuelvan a ocurrir.
Evitar la repetición de hechos como estos debe por ello ser una de nuestras principales preocupaciones. Es absolutamente indispensable que se haga justicia, por supuesto, y eso quiere decir que se castigue sin ambigüedades a los responsables de estos hechos, pero no es lo único necesario en casos como éste.
Así pues, a la par de las investigaciones policiales y criminalísticas, nuestras autoridades harán bien en destinar recursos y esfuerzo a la realización de las investigaciones que permitan comprender la naturaleza de los hechos, de tal suerte que seamos capaces de desarrollar un antídoto eficaz que evite su repetición.